miércoles, 16 de junio de 2021

PROBLEMAS DE PROTOCOLO

 


La puerta semioculta de una basílica subterránea en Capadocia, Turquía.

 

Ayuso se ha ratificado en lo mismo que dijo “en caliente” sobre el rey de España y los indultos: “Es una vergüenza que le hagan firmar eso a ese hombre, y Pablo (Casado) piensa lo mismo que yo.” Dicho de otro modo, la aplicación estricta de la norma constitucional viene a resultar un trágala ominoso impuesto por el gobierno a alguien que lo último que desearía es indultar a esos doce súbditos levantiscos.

Antes, Pablo (Casado) había interpretado a su vez a Ayuso, en el sentido de que por supuesto lo que ella quiso decir es que todos marchamos francamente, y nosotros los primeros, por la senda constitucional; pero que la antedicha senda constitucional es en sí misma una vergüenza.

Los oídos expertos percibirán alguna mínima disonancia entre las dos melodías; en cualquier caso, el mensaje se entiende sin esfuerzo. La secuencia lógica es: indulto – vergüenza – rey en un compromiso – Pedro Sánchez culpable.

Que haya un rey está bien pensado, para nuestra derecha. La impunidad para sus posibles trapicheos es perfecta, asimismo. El fallo presente en la Constitución, es tan solo que se vea obligado, debido a un respeto exagerado por gobiernos elegidos de cualquier manera, a hacer cosas que él nunca haría por su propio impulso. Cuánto mejor sería entonces tener un rey absoluto, y a mayor abundamiento un presidente del Poder Judicial absoluto, un Papa (exclusivo para España) absoluto, un gobernador absoluto del Banco de España, y un capitán de la selección española de fútbol también absoluto, para rematarlo. Nos veríamos todos adecuadamente gobernados por esa cabeza de toro ─de trapo─ que apareció en Colón colocada encima de los hombros de la “sociedad civil”. El entramado institucional quedaría completo, entonces, mediante una acción drástica, ejemplar y eficaz para la conservación de nuestras esencias, por parte de las Conferencias de San Vicente de Paúl, según se desprende de una antigua cantinela (*).

Hay problemas de protocolo en Cataluña, sin embargo, relacionados con una visita a Barcelona del ciudadano Felipe Sexto. El president Aragonès asistirá a una reunión de carácter económico en la que estarán presentes representantes así del gobierno de España como de Corea del Sur. Se abstendrá, sin embargo, de asistir a una cena con los mismos, que le podría dejar en herencia una acusación nefanda de botiflerismo.

Le dará igual. Cuando un Casado se retiene de decir lo que de verdad piensa, siempre salta al redondel una Ayuso más o menos espontánea, dispuesta a trastear al bicho según su propio albedrío. Aragonès no evitará ser motejado de botifler, y habrá perdido una oportunidad de acceder mediante un pequeño esfuerzo personal a una de esas estructuras informales pero influyentes, donde podría ser escuchado y recibir esbozos de respuestas ─siempre relativas, nunca absolutistas─ a problemas acuciantes que se plantean a su gobierno en el estricto presente.

Cuando tanto se habla de los 29 segundos de Sánchez junto a Biden, alguna conclusión deberíamos sacar, al respecto.

 

(*) I el poble, que es foti i prengui pel cul, / que per presservar les seves essències / s’han creat les Conferències / de Sant Vicenç de Paúl.