Sergi Busquets en un partido de la
selección española. (Fuente, El Mundo.)
Leo en la prensa que la
cofradía de los Patriotas Anónimos (PA) de este país anda mohína porque el
seleccionador Luis Enrique, traidor por segunda o tercera vez a las esencias,
no ha incluido ningún jugador del Real Madrid en la selección. Ahora la muy
extensa cofradía no sabe si desear que España gane o pierda contra Suiza. Todo
era más fácil cuando estaba Sergio Ramos en el once inicial de la Roja, porque
entonces había una seguridad en el momento de cantar la alineación (salen
Sergio Ramos y diez más) y se sabía con certeza que, en el caso de que nos
pitaran un penalti a favor, Sergio la metería a lo Panenka o la mandaría al
segundo anfiteatro, pero en uno y otro caso con furia española garantizada.
Ahora los penaltis nos los
falla Morata, y no es lo mismo, porque Morata ya no es del Madrid. Sergio Ramos
tampoco, pero esos son misterios hurtados a la comprensión de los mortales, que
los aceptan a duras penas y gracias a la providencial fe de Carbonero (doña
Sara) puesta en seres superiores tales como don Florentino, que no explica
nunca nada, o Pedrerol, que lo explica todo pero al revés.
Entonces, como suele
pasarle de forma cíclica, la peña de los PA se ha dividido en dos bandos o
banderías trágicamente enfrentadas. De un lado se agrupan los “¡Vivajpaña!”,
que estiman que la selección es lo más de lo más, y las críticas al gobierno
chavista-podemita vienen necesariamente después. Y de otro lado, los “Cuanto
peor, mejor”, que estiman que una derrota humillante ante Suiza traería ─según
efecto inducido por la teoría del dominó─ el ansiado cambio de gobierno, o como
mínimo una moción de censura a la que se adherirían gustosos no pocos
procuradores en Cortes de la derecha socialista, desengañados definitivamente
de Pedro Sánchez y bien dispuestos para volver al redil del que nunca debieron
salir.
En esas estamos. El
esencialismo español pasa página y empieza a olvidar los indultos catalanes.
España se rompe una vez más, sin embargo, y ahora es porque las veleidades del
sorteo nos enfrentan precisamente a Suiza, el país que acumula en las cajas
fuertes de sus entidades bancarias la mayor cantidad mundial de patriotismo
primigenio de nuestras élites. Y ya, perdido totalmente el oremus, el patriota
español anónimo abandona de golpe todas las certezas que lo han sostenido en
las últimas crisis, y no sabe si es preferible ganar a Suiza con un gol de
Pedri y con Busquets de MVP, o bien que nos gane Suiza debido a una pérdida de
balón de Pedri y a un gol en propia puerta de Busquets.
No me digan que frivolizo,
por favor, este blog es muy serio. Quien frivoliza es el país, no yo.