Pedro Castillo. Sería más conforme con
el texto poner aquí una foto de Keiko Fujimori, pero no me peta. (Foto, La Nación)
Se rumorea que Keiko
Fujimori podría acudir a la plaza madrileña de Colón para participar en el
gran evento mediático de la Postdemocracia. Keiko ya siguió aplicadamente el
manual Bannon-Trump en las últimas elecciones en Perú. Sus leales organizaron
el recuento de modo que salieran primero los resultados de los colegios que la
favorecían, y todas las cabeceras dieron la noticia de su probable
triunfo. Después llegaron con cuentagotas las noticias de las urnas restantes,
rurales, modestas, llamémoslas marginales. Pedro Castillo se puso delante ya
con el 94% escrutado.
“¡Esto es un fraude
masivo!”, denunció Keiko. Nada nuevo; el Pato Donald había hecho lo mismo en
su momento, quiso parar el recuento mientras aún estaba por delante, y hoy sigue insistiendo en que le robaron la cartera. Pablo Casado sostiene la misma teoría en relación
con aquella moción de censura.
Keiko habla como si esos
votos en contra se hubiesen puesto ahí a urna cerrada, fuera de plazo. Pero no
es así, esos votos estaban depositados legalmente desde el principio del
recuento, es solo que se recontaron más despacio, con la conveniente
parsimonia. Hay muchos procedimientos para hacer luz de gas.
No le falta del todo la
razón a la chica de Fujimori, sin embargo. Sí que ha habido un fraude masivo en
las elecciones peruanas: ella misma ha sido ese fraude. Los medios hablan
pestes del candidato-ya-casi-presidente Castillo. Puede que en efecto sea muy
malo, pero eso tiene que demostrarlo aún, no se precipiten otra vez, no empiecen
a hacer el recuento de su mandato presidencial cuando todavía no han salido a
la luz todos los votos puestos en las urnas. En cambio, Keiko, que jugaba de
farol, se sabe muy bien qué es lo que representa y lo que ofrece, cuál sería la
deriva que tomaría el país durante su mandato, tan publicitado por los clarines
del establishment neoliberal y sin embargo nonato.
Por eso estará bien que Keiko
se sume a la inminente parada de los monstruos en la plaza de Colón. Ha corrido
más que nadie para apuntarse Rosa Díez, y ha hecho bien, quedará clasificada ya
para siempre. También Alberto Rivera debería estar, él es un veterano de la
primera foto, y si no está en la segunda le echaremos de menos. Nos gusta que
los juguetes rotos aparezcan como tales, envueltos en sus faralaes, solos,
fanés y descangayados, adornados con cuernos de búfalo, tatuajes estrepitosos, muecas
feroches, y… desnudos de argumentos.
Keiko, no faltes a la cita.
No tendrás otra oportunidad.