Dos chuletones muy crudos: el meme de
moda, salvado el debido respeto.
Y aquí, para entre los dos,
si hallo harto paño en efeto,
con muchísimo respeto
os he de ahorcar, juro a Dios.
(Pedro CALDERÓN DE LA BARCA, “El alcalde de Zalamea”
Quizás conviene encuadrar la
ofensiva desmadrada de los jueces en su contexto real. El contexto, diría yo,
es el de un gobierno que avanza y una oposición en retroceso que se ve obligada
a sacrificar en la línea de fuego a su última y más preciada reserva, la
Brigada Ligera Aranzadi.
Y mientras el estamento
judicial echado al monte se dedica a sacudir gratuitamente los cimientos del
estado de derecho, Sánchez ha remodelado el gobierno. Se le adjudica desde las
tertulias mucha osadía, aunque se le reconoce baraka. Yo creo que no hay en realidad ninguna de las dos cosas,
sino una utilización coherente del Big Data puesto a su disposición.
Me explico. Se ha cerrado
la Operación Indultos Catalanes, y tanto las patronales como los obispos
bendijeron la medida. El Bloque de la Raza intentó reaccionar con una gran
concentración abanderada en el escenario mágico de Colón, y no llenó. Tampoco
ha insistido más, desde entonces, en la Unidad sagrada de la patria. Lo último
que sabemos de Pablo Casado es que se ha fotografiado con un chuletón crudo que
manejaba con miedo evidente a quemarse a pesar de no estar encendido el fuego
de la parrilla. Puede que el chico se sintiera quemado de antes, “el gato
escaldado de la parrilla fría huye”.
Tomen nota, entonces.
Mientras los sondeos de OK Diario y La Razón colocan al tándem PP-Vox cada vez
más cerca de los números del gobierno, el apoyo de calle a Casado disminuye, y el de Sánchez
se incrementa con el apoyo externo de estamentos que están en la pomada desde
toda la vida.
Este era el momento de
afilar el dibujo del gobierno. Más poder para las tres vicepresidentas: Calviño
que mira a Europa, Díaz que mira al pueblo trabajador, Ribera que mira al
futuro sostenible. Por debajo, lo que se toca no es por juventud ni por mujerío
(muy atinado en este sentido el comentario escéptico de Quim González en su
blog), sino algunas aristas que podrían entorpecer la conquista del voto de centro
para un Sánchez que se venía moviendo desde la moción de censura por terrenos
de izquierda.
No es malo este viaje al
centro (en principio, digo, y lo digo a mi leal entender). Se trata de
tranquilizar a un electorado muy escamado, casi empavorecido, y de emprender a
su debido tiempo un par de operaciones de saneamiento. La principal, la
relacionada con un Poder Judicial que ha ido demasiado lejos en todos los
sentidos. Después de sus últimas barrabasadas, la costra judicial ha sido
percibida por la ciudadanía como un problema, cuando en épocas recientes
(juicio a los políticos catalanes) era percibida aún como una solución.
Para esta cuestión y para
otras de calado parecido, el país necesita el aporte de mayorías cualificadas.
Pleno respeto a las decisiones de los jueces, por supuesto; pero una vez
hallado el paño suficiente, se trata de ser tan flexible en este tema como
Pedro Crespo, alcalde de Zalamea.
La estrategia de la clase
contra clase no sirve de nada, ahora mismo, si es que ha servido alguna vez. Es
la política de alianzas lo principal. Pablo Iglesias lo ha entendido bien, y ha
tenido la honradez, pero también la inteligencia, de dar un paso al lado cuando
se ha dado cuenta de que restaba más de lo que sumaba.
La realidad no es simple,
sino compleja; no es rectilínea, sino poliédrica. El gobierno de Sánchez
mantiene íntegros su programa y su coalición firme con UP, y al mismo tiempo se
prepara para recibir refuerzos por su derecha. Entramos en un período crítico
para plantear un futuro de progreso.