El jeroglífico último definitorio de
la situación en la que nos encontramos. (Astipalea, fotografía tomada a préstamo del muro de Blanca Vilà
en Facebook.)
ZERLINA
Vorrei, e non vorrei,
Mi trema un poco il cor
Felice, è ver, sarei,
Ma può burlarmi ancor. (*)
DA PONTE y MOZART, “Don Giovanni”, Acto I
Esta no es una historia de
seducción, sino un esbozo de compromiso serio a medio-largo plazo. No es un
revolcón sin consecuencias, sino un contrato en el que las partes se señalan
condiciones y obligaciones recíprocas. No es un farol en una partida de póquer,
sino una prospección de objetivos alcanzables para ambas partes, entre las
cuales además no se da una posición de igual a igual, sino una relación
jerárquica. Está de un lado el gobierno del “Estado de las autonomías”, y del
otro el representante de una entre diecisiete autonomías que son todas ellas
Estado, también.
Tienen mucho sobre lo que
hablar los dos gobiernos, en esta coyuntura precisa; pero entiendo que los
temas de la amnistía y de un referéndum de autodeterminación no están en la
agenda, ni se les espera. Decía don Venancio Sacristán, según una información
privilegiada que me ha llegado, que lo primero es antes. La descripción es tan
sobria que ahorra cualquier otro comentario.
Lo primero son las cosas
de comer.
Pablo Echenique dice que
su formación está dispuesta a desempolvar el “derecho a decidir”, pero esa no
es sino la peor forma de poesía. Le vendría bien a Echenique releer a Gabriel
Celaya: «Nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno, estamos tocando
el fondo.»
Estamos tocando el fondo.
Y lo que viene asomando
por la amura de estribor no es agradable, de modo que el problema no consiste
en discutir cómo se va a repartir el pastel, sino en conseguir que haya algún pastel
para repartir. Hay que concretar un objetivo de reconstrucción económica
imperioso, otro de creación de empleo de calidad, un tercero de transición
energética. Etcétera, omito muchos campos en los que la cooperación entre todas
las fuerzas en presencia, cada cual en su escalón, sería manifiestamente
mejorable.
Delante, del otro lado de
las fronteras, tenemos un mundo que necesita como el agua (nunca mejor dicho)
una colaboración y una solidaridad más amplias, una mayor eficiencia en la
producción de bienes y servicios, una relación entre las personas, los
territorios y la naturaleza, más inclusiva y más sostenible a largo
plazo.
¿Le parece a alguien que
eso pueda conseguirse mediante un encaje adecuado de Cataluña en el Estado español
consistente en la organización de ese referéndum imprescindible en el que se
darían a los ciudadanos/as/es tres opciones como respuesta?
Discutamos enhorabuena las
tres opciones posibles a finales del decenio próximo o el sucesivo, o cuando
quiera que sea que hayamos conseguido por fin nadar en la ambulancia y atar a
nuestros queridos perros (los únicos que conservan en estas coordenadas
geográficas algo de sensatez) con longanizas.
(*) Querría y no querría. / Me tiembla el corazón. / Me haría feliz,
cierto, / pero podría ser otro engaño.