jueves, 22 de julio de 2021

LA LEVEDAD INSOPORTABLE DE LAS DERECHAS-DERECHAS

 


Portal antiguo, en la isla de Naxos. Un abuso para algunas posturas políticas, que lo consideran merecedor de derribo inmediato para facilitar a cada cual echarse al monte por donde le pete.

 

Me llamaron la atención, cuando las últimas elecciones presidenciales en EEUU, algunas voces sedicentemente de izquierda que pronosticaron que Biden iba a ser peor que Trump, porque los demócratas “empiezan guerras”. Ahora crecen las peticiones de cuentas a Biden porque “no hace nada” (tampoco guerras, de momento).

“No hacer nada”, en el tono conversacional habitual en nuestros medios de información y nuestras redes sociales, es el reproche idóneo para las instancias de izquierda o centro-izquierda que no se dan suficiente prisa para reparar los destrozos causados por ese concepto de “libertad” estrictamente individual y egoísta esgrimido por la derecha-derecha.

Para la levedad insoportable de tantos comentaristas obsesionados por la ponderación del “justo medio”, la etérea libertad de la derecha-derecha nunca será tan nociva en la balanza celestial que sopesa las acciones y las omisiones políticas, como la actitud tiránica de la izquierda cuando señala marcos, normas, puertas de paso obligado.

El estado de alarma, por ejemplo. ¿A quién se le ocurre alarmar a la gente, en una situación en la que mueren setecientas personas cada día y se contagian cuatro veces más? Lo adecuado era restringir la información, como hizo Ayuso con gran éxito de crítica y público, y tirar millas sin preocuparse por los que iban quedando atrás.

Ahora la derecha-derecha se está oponiendo por principio a la exigencia de responsabilidades por la omisión de auxilio a colectivos numerosos, como ocurrió en las residencias geriátricas. Eso sería mirar atrás, cuando lo que conviene es forzar una salida rápida de la crisis con mucha libertad individual para aquellos que ya disponían de ella antes.

En cambio, curiosamente, la Ley de Memoria Histórica ha traído un revival de miradas atrás cuyo objetivo esencial es culpar de la guerra civil a la República y disculpar a los golpistas, con el corolario sobreentendido de que los enterrados en las cunetas se lo habían buscado ellos mismos, y todo dinero gastado en desenterrarlos es desperdicio.

La derecha-derecha reescribe de ese modo torticero la historia de España y la del mundo, encaramada sobre la atalaya de una falsa objetividad: Bolsonaro es malo, pero Lula era peor; Keiko es mala, pero Castillo pésimo; Orbán es malo, pero algo hay que hacer con la ola de migrantes delincuentes.

La insoportable, por leve, cúpula judicial española suscribe mayoritariamente esta visión torticera.

Y cuánto echan de menos las derechas-derechas a Donald Trump. Tan idiosincrático, tan suyo, tan inimitable. En comparación, los que le han sucedido al frente de los destinos de tantas matrias, “no hacen nada”.