miércoles, 21 de julio de 2021

EL OTRO MONTALBANO

 


El Autor, la Obra, y el Personaje en tanto que “otro”. (Fuente, liberopensiero.eu)

 

«Talè! Talè! ‘U commissariu arrivò!»

«Montalbano é!»

«Cu? Montalbanu? Chiddro di la tilevisioni?»

«No, chiddro veru.»

 

─ ¡Mirad, mirad! ¡Ha llegado el comisario!

─ ¡Es Montalbano!

─ ¿Quién? ¿Montalbano? ¿El de la televisión?

─ No, el de verdad.

 

 

En el capítulo primero de “Riccardino”, la novela póstuma de Andrea Camilleri, la llegada del comisario al lugar de los hechos produce un gran revuelo. La gente de Vigata sigue sin conocerlo y además no lee, pero gracias a la televisión sigue fielmente sus hazañas policiacas a través de un actor (bravissimo) que por fortuna no se le parece en nada y además es unos diez años más joven que él (il cornuto), porque si llega a haber algún parecido entre ellos, no podría pasear sin verse asediado por cazadores de autógrafos.

De modo que ahora el comisario es enormemente popular, pero solo en tanto que personaje de televisión, debido que tuvo la debilidad de contar algunas historias de casos antiguos a un Autor (quella gran camurria d’omo), que puso de su parte mucha fantasía y una lengua inventada. Ahora, y gracias también a la tele, «’sti romanzi erano addivintati i cchiù vinnuti in Italia ed erano stati tradotti macari all’estiro», los libros eran de los más vendidos en Italia e incluso se traducían a otras lenguas. En conjunto, una gran tocada de pelotas (‘no scassamento di cabasisi ‘nsupportabili), que parecía sacada, clavadita, de una comedia de otro autor local, un tal Pirandello.

Así empieza un diálogo sutil y contradictorio entre el personaje, el autor, y ese “otro yo” más guapo y famoso, el Montalbano televisivo. El triángulo de puntos de vista permea toda la historia mediante un juego de malabarismos llevados con una habilidad fantástica.

No puedo recomendar la versión original. Es la que estoy leyendo yo (Sellerio editore, La memoria 1170), pero yo no cuento porque me gustan los jeroglíficos y me entretengo avanzando poco a poco en el página a página, entre sorpresas continuas. Pero no dejen de leer, en su caso bien traducida a una lengua de su elección, esta historia tan parecida a otras de crímenes y cuernos, pero en la que el Personaje en busca de Autor y el Autor a la busca de su Personaje y de sí mismo, se inclinan de tanto en tanto del lado filosófico del ser, la conciencia y esos vagos conceptos abstractos, tan fastidiosos en un Tratado y tan amenos en una historieta de género creada por la pluma de un inmortal que además era siciliano, de la misma localidad y la misma estirpe que Luigi Pirandello.