lunes, 26 de julio de 2021

EL BUEN RETIRO Y EL PASEO DEL PRADO

 


Imagen del parque del Buen Retiro en otoño.

 

Madrid entra por la puerta grande en el Patrimonio Mundial con la doble joya de la corona de la capital histórica de los Borbones: el parque del Buen Retiro y el Paseo del Prado. Nada menos.

Bueno es que el Paseo quede incluido en el paquete. En mi última visita (no hablo de semanas ni de meses, sino ya de dos años, antes de la pandemia para entendernos), vi un tanto deteriorado el esplendor del Paseo, que, recién privado de los desvelos maternales de Manuela Carmena, parecía en trance de convertirse de nuevo en gallardona pista de carreras para un tráfico motorizado masivo y febril. Allí veías, para utilizar una expresión de la influencer Marta Blasi, «la gente bonita vibrando junta». No era un espectáculo inspirador ni edificante.

Quizá por esa razón, parte del comité de la UNESCO reclamaba más garantías al alcalduelo de Madrid en el tema de la contaminación. No se ha esperado a tener firmado el detalle, con todo, y se ha procedido a la nominación sub conditione. Lo cual viene a significar que el Paseo del Prado (no creo que el parque, ese parque de mis entretelas, corra peligro mientras no se meta entre ceja y ceja de algún fondo buitre con influencers internacionales de postín) podría salir rebotado del Patrimonio Mundial, a la misma velocidad a la que ha entrado.

De verdad, espero que eso no ocurra nunca. Amo a Madrid tanto como lo temo, y cada vez más hago ambas cosas desde la distancia. Mientras la UNESCO considere que se están cumpliendo los parámetros sustanciales de preservación y mantenimiento del área urbana concernida, eso significará que la libertad para hacer lo que les dé la gana de tantos/as cernícalos/as hijos/as de Vox, seguirá estando eficazmente contenida con algún tipo de cinta aislante, que evitará que nos jodan la marrana como es su principal y casi única afición.