viernes, 9 de julio de 2021

DE BOLOS

 


Un ‘envelat’ como se estilaban en los buenos viejos tiempos.

 

Vuelven Los Jordis un año más con sus éxitos de siempre, y aprovechan la Festa Major de los meses estivales en los pueblos de secano para recitar sus gracias en el envelat. Esto es lo que acaba de decir Jordi Sánchez: «O pactamos un nuevo referéndum, o ya tenemos el mandato del 1-O.»

Estupendo, solo que el mandato del 1-O es el camino más seguro hacia ninguna parte. En el mejor de los casos, los Jordis podrían afirmar que de aquella jornada deriva un compromiso suyo personal con la gente que participó en el happening y en algunos casos fue lamentablemente golpeada por una fuerza pública venida de los cuatro puntos cardinales de nuestra geografía al grito de “A por ellos, oé”.

Aquel día se buscó la provocación (la jugada de “farol”) desde una parte, y desde la otra se reprimió con el ánimo igualmente espeso y alicorto de calificar como delito de rebelión una manifestación con urnas. El “sensato” Mariano Rajoy se comportó en aquella fecha de forma tan errática y ocurrente como lo está haciendo ahora el alegre tarambana Pablo Casado; se da en el Partido Popular una contumacia en la irresponsabilidad. Los populares españoles tampoco se han atrevido a votar a favor de la decisión del Parlamento europeo de sancionar a Orban, ese amigo de los Abascales. La suya es otra vía segura para no llegar a ninguna parte: encerrarse y echar siete llaves al santuario de la raza, los toros y las hogueras de los autos de fe.

Pero exhibir el “mandato” del 1-O por las ferias de los pueblos es engañar al respetable público. No hubo censo, nunca se han dado cifras puntuales de votantes, no había una pregunta homologada, faltaron todos los requisitos necesarios para la validez de un acto electoral democrático “normal” (es decir, con unas normas plausibles de funcionamiento). La misma Europa que sanciona a Orban sería muy severa con Jordi Sánchez, si Jordi Sánchez pretendiera auparse al frente de una fantasmal República catalana con base al “mandato” del 1-O.

La ley común no contempla la posibilidad de marginaciones, todas las opiniones son válidas y respetables; las que más, aquellas que no nos gustan. La noción de “pueblo” como equivalente de “ciudadanía” no admite retranqueamientos, no hay votos que valgan más que otros, ni lenguas superiores a otras, ni sectores del territorio que sea posible obviar cuando se proclama una patria común. Una patria común lo es para todos y con todas las consecuencias.

Aprovechando las calores, vuelve a montarse el tinglado de la antigua farsa en estas tierras. La ANC está preparando una doble manifestación, para el 11-S y el 1-O. Donec perficiam, dicen algunos: hasta conseguirlo. ¿Son conscientes de que lo que consiguen es la división y el enfrentamiento permanente?