lunes, 23 de agosto de 2021

BILLETE DE IDA


Días de vino y rosas: Javier Aristu (izquierda), Pedro López Provencio (derecha) y yo mismo, más o menos en el centro, en una escalera exterior de Locorotondo, Puglia, en setiembre de 2019.

 

La sanidad madrileña, así privada como pública, no dispone de apósitos, algo tan simple y cotidiano; e IDA responde a las preguntas de los medios que se trata de un problema circunstancial que se resolverá en pocos meses.

En pocos meses, cuando es una necesidad de cada día. “Mientras se resuelve la adjudicación del contrato de suministro.” No pocos amigos míos dirían que ellos solucionarían el problema en un santiamén, que lo único que hace falta para ello es voluntad política.

(Por cierto, me extraña que no lo hayan dicho aún. Quizás lo que ocurre es que la abulia política es un defecto solo achacable a una parte del gobierno de coalición, no al resto de gobiernos monocolores o coaligados del tablero español o asimilado.)

Ha salido a la luz otra cacicada de IDA que revela, por el contrario, una voluntad política muy precisa. En contra de todos los protocolos establecidos, dio prioridad en la vacunación contra el covid a los estamentos religiosos, y “se olvidó” de las residencias, que era por donde debía haber empezado. Lo que ocurrió luego en las residencias es sabido. Dejo la calificación de los hechos a los tribunales de justicia, que mejor antes que luego habrán de intervenir depurando responsabilidades; pero me adelanto a describirlos como un posible crimen contra la humanidad. No hace falta un holocausto en el que perezcan seis millones de almas para que exista este tipo de crimen, bastan y sobran algunos miles de personas para representar a la humanidad doliente cuando se les arrebatan sus derechos inalienables por falta de escrúpulos y por puro cálculo tacticista de pérdidas y ganancias.

No andan mejor las cosas en el terreno independentista catalán. Hay propuestas formales de torpedeamiento de la misma mesa negociadora que antes se exigía como condición sine qua non para abordar soluciones conjuntas a la crisis. La penúltima bravata ha sido que “el Estado debe ser consciente de que en cualquier momento podemos volver a la unilateralidad.” Lo que arregle la unilateralidad en momentos como los actuales es harina de otro costal, pero falta claramente voluntad política ─a Aragonés, Junqueras, Borrás, Puigneró y demás socios del chiringuito─ para examinar a fondo ese otro costal, de harina tal vez ya rancia y agusanada.

En otras ocasiones señaladas, lo que está faltando no es la voluntad política, sino alguna otra cosa. Por ejemplo, vergüenza, cuando se da carrete una vez más a la vieja cláusula del «se acata pero no se cumple». Lean lo que está sucediendo en relación con los derechos laborales de los riders de las plataformas, en la última entrada del blog “Según Antonio Baylos”: https://baylos.blogspot.com/2021/08/obedezcase-pero-no-se-cumpla-los.html

Lo que ahí se describe es la realidad, sin paños calientes ni caramelos que la endulcen. Y la característica común a las tres actitudes descritas en estas líneas es el ejercicio de ese recurso comodón de antipolítica que sigue quien compra únicamente billete de ida (de IDA), sin ninguna previsión de vuelta. Algo solo posible porque las élites financieras, en una situación depresiva del ciclo económico, se dejan guiar por una codicia compulsiva y un cortoplacismo atropellado. Los muertos que queden tendidos en el campo ya se recontarán más tarde. Lo único importante viene a ser el sálvese quien pueda. Pero los cadáveres, ay, seguirán muriendo.

Contra esos gigantes, que no molinos, nos vemos enfrentados, lo queramos o no. Es fuerza movilizarse; esto no es Kabul, esta batalla no podemos permitirnos perderla.