Relámpagos de agosto
Brindando con unos amigos. Yo soy el
del piano.
Cuando yo era negro (de
eso hace mucho tiempo), solía tocar el piano en bares de mala nota.
Conocí mucha gente. Nazis,
espías, vividores, gente del hampa. También gente famosa, si les diera nombres
no lo creerían.
A la rubia altísima de la
foto le di un buen consejo: no dejes a tu marido por un aventurero como Rick.
No compensa, a la larga. Mejor aceptas el pasaporte que te ofrece y te embarcas
en el avión.
Ella dijo: “Me gustan sus
besos”.
Yo contesté: “Debes
recordar siempre esto, un beso nada más es un beso.”
Ella suspiró: “Siempre nos
quedará París”. Yo reí: “Sí, como a Messi.” (Ustedes seguramente no conocieron
a Messi. Fue un tipo popular hace mucho, mucho tiempo. Cuando yo era negro.)
Hicimos una bonita reunión
de despedida, y toqué una canción al piano. “Tócala otra vez, Sam”, me pidió ella.
Yo no me llamaba Sam.
Luego, no me acuerdo de
cómo acabó la historia.