lunes, 9 de agosto de 2021

UN BESO ES NADA MÁS UN BESO

Relámpagos de agosto


 

Brindando con unos amigos. Yo soy el del piano.

 

Cuando yo era negro (de eso hace mucho tiempo), solía tocar el piano en bares de mala nota.

Conocí mucha gente. Nazis, espías, vividores, gente del hampa. También gente famosa, si les diera nombres no lo creerían.

A la rubia altísima de la foto le di un buen consejo: no dejes a tu marido por un aventurero como Rick. No compensa, a la larga. Mejor aceptas el pasaporte que te ofrece y te embarcas en el avión.

Ella dijo: “Me gustan sus besos”.

Yo contesté: “Debes recordar siempre esto, un beso nada más es un beso.”

Ella suspiró: “Siempre nos quedará París”. Yo reí: “Sí, como a Messi.” (Ustedes seguramente no conocieron a Messi. Fue un tipo popular hace mucho, mucho tiempo. Cuando yo era negro.)

Hicimos una bonita reunión de despedida, y toqué una canción al piano. “Tócala otra vez, Sam”, me pidió ella. Yo no me llamaba Sam.

Luego, no me acuerdo de cómo acabó la historia.