Thatcher y Reagan, los padres
fundadores de la perversión original de la derecha que está llevando a sus
discípulos, o bien a la inanidad, o bien a las casamatas, depende del gusto.
Hay cierto derrotismo en
el ambiente. En las redes sociales aparecen voces que advierten de que las
izquierdas (es decir, nosotros) nos estamos derechizando, y el tsunami PP-Vox
se nos va a tragar en los comicios venideros, a no ser que espabilemos pronto.
No lo creo. O sea, si la izquierda
está así de mal, yo pregunto, ¿dónde está la derecha?
Oigan, la derecha ha
tirado la toalla de la política y se dedica a otra cosa. Luego se lo explico aquí
de forma pormenorizada, pero mientras tanto me hacen el favor de leer un post
reciente de José Luis López Bulla, “Casado,
perdido y hallado en el búnker” (lo encuentran en http://lopezbulla.blogspot.com/2021/08/casado-perdido-y-hallado-en-el-bunker.html)
La derecha, en una
palabra, se ha tirado al búnker, del mismo modo que la judicatura se ha tirado
al monte. José Luis termina su ejercicio de redacción preguntándose qué postura
tomará el búnker frente a la reforma de las pensiones y la subida del salario
mínimo. La pregunta es retórica: el búnker estará en contra, por descontado. Pero
no porque tenga un proyecto alternativo ni porque el tema choque con sus
convicciones ni con sus “raíces profundas”, sino porque no tiene ganas de ponerse
a pensar ahora, lo que faltaba para el duro.
Tenemos un país en el que
la izquierda gobernante se ve obligada a ejercer también de derecha. Ojo, no es
que se derechice, la cuestión es distinta; ocurre que tiene que velar por el
común de los ciudadanos y no exclusivamente por quienes considera “suyos”; y en
ese trance, tratar de conservar equilibrios delicados que los señores Casado y
Abascal, de un lado, y Lesmes y Marchena del otro, se pasan por el arco de
triunfo. (Menciono solo a los cabecillas más a la vista; el gang implicado es notablemente
numeroso.)
En una entrada reciente de
mi blog, preguntaba dónde están las derechas de antaño. Me ratifico y enfatizo.
La izquierda siempre ha reivindicado la ética en la política, es de alguna
manera su punto fuerte, y la derecha ostentaba por su parte tres superioridades difíciles de
contrastar: la superioridad de los saberes, la del capital financiero que inyecta
en la estructura productiva, y la de ser portadora de un proyecto de progreso
desigual pero no, en principio, excluyente.
En dicha entrada (ver http://vamosapuntoycontrapunto.blogspot.com/2021/08/donde-estan-las-derechas-de-antano.html)
comentaba hasta qué punto la derecha ha desertado de sus tres responsabilidades
clásicas, y no tiene nada que ofrecer a la sociedad en el terreno de la
política. El conglomerado financiero-industrial se ha convertido más o menos en
una enorme maquinaria extractora-aspiradora de rentas, dirigida de preferencia a negociar
las carencias de los humildes y lucrarse con sus necesidades. La educación, la
sanidad, los alquileres de viviendas, las hipotecas, la previsión social, las
pensiones, las vacunas, las residencias para ancianos, ofrecen un campo
amplísimo para el revoloteo de los buitres. Su única preocupación al respecto
es que no intervenga la “política” (en forma de normas taxativas legisladas
según los protocolos de las mayorías parlamentarias) a fin de imponer
restricciones en sus cazaderos de rentas preferidos. Por eso la actividad
política principal y casi única de la derecha, hoy, es la de bloqueo.
La situación no es buena,
pero tampoco tan mala como para caer en el desánimo. Se está avanzando en la
corrección de las desigualdades, siquiera sea entre ataques de nervios porque
no se va lo bastante deprisa.
Pero se avanza, ese es el
dato que importa.