Un becerro de oro.
Reproduzco, traducida del
catalán, una nota colgada por Ricard Fernández Ontiveros en Facebook: «Como miembro de la Comisión Técnica que
estudia la posible ampliación de la tercera pista del aeropuerto del Prat, que
pretende invadir espacios naturales protegidos esenciales para el mantenimiento
del Delta del Llobregat, me siento especialmente engañado por el secretismo de
un acuerdo tomado antes de disponer del documento de acuerdos y de su traslado
a la mesa política. Además, se están transmitiendo a la opinión pública
informaciones falsas sobre el impacto ambiental y el económico, y se está
evitando el necesario pronunciamiento previo de la Comisión Europea. Hay
alternativas a esta propuesta menos centralistas, más multimodales, generadoras
de más empleo y que no perjudican el Delta. Lo demostraremos y ganaremos este
debate con la movilización de la ciudadanía, igual que hicimos en 2004 en el
Delta del Ebro.»
Es mucho lo que nos
jugamos en esta iniciativa, “primera piedra”, en expresión del maestro López
Bulla, de la problemática recuperación de Cataluña para la causa, y “piedra de
toque” además de la credibilidad del actual gobierno progresista.
No caben trampantojos,
entonces. Algunos señalan una presunta maravillosa compatibilidad entre “ecología
y economía”, que al margen de la rima no significa nada. La “economía” en este
caso es el negocio puro y duro; la “ecología”, salvar la laguna Ricarda como
símbolo y cargarse todo lo demás. Nadie puede honestamente determinar qué
progreso va a traer el gigantesco “hub” proyectado
en el terreno de la economía real, la de las personas; sí es seguro que, de
llevarse a cabo el proyecto, los bolsillos de determinados agentes económicos y
financieros necesitarán una ampliación comparable a la del aeropuerto, y quizás
también una nueva pista de aterrizaje de beneficios foráneos.
La alcaldesa de Barcelona Ada
Colau se ha manifestado en contra de lo apresuradamente acordado en una mesa
bilateral sin luz y sin taquígrafos. Es un síntoma. Otro síntoma, no menor, es
el “fuego amigo” abierto recientemente a discreción contra Colau y su “activismo
progresista”. Se diría que, en su ambición de ocupar el centro del tablero, a
algunos “espíritus fuertes” coaligados les urge desprenderse de lastre por la
izquierda.
No hay atajos. O salimos
juntos de la crisis sanitaria, económica, social e institucional, o recaemos en
la adoración del becerro de oro.
La ciudadanía tiene la
palabra.