sábado, 7 de agosto de 2021

EL JOVEN CRISTO DE SANT TOMÁS DE FLUVIÀ


 

Pinturas del ábside de Sant Tomás (las fotos de este pequeño reportaje son de Carmen Martorell).

 

Subimos desde Poldemarx, el jueves, al Empordà con ánimo de hacer un buen almuerzo (hay muchas posibilidades de comer bien, allí, y también muchas de comer fatal) y de desvelar una más de las riquezas que guarda una comarca compleja, que está muy lejos de ser la “plana riallera” cantada por el poeta, y se parece más a una alcachofa cuyas múltiples hojas superpuestas, al desprenderse, dejan al descubierto exquisiteces íntimas, muy tiernas y sabrosas.

En la iglesia de Sant Tomás de Fluvià (Alt Empordà), la retirada en 1982 de una de esas toscas capas añadidas cuando se hacían trabajos de mantenimiento de la cubierta, permitió el descubrimiento de un programa pictórico plasmado en el siglo XI, época en la que fue edificado el templo como núcleo de un monasterio benedictino dependiente de San Víctor de Marsella.

En el ábside está pintado un Cristo en Majestad de aspecto muy joven e indiscutiblemente más seductor que solemne, aunque aparezca instalado en una mandorla muy historiada, y rodeado por el Tetramorfos (los evangelistas con sus símbolos respectivos) y unos ángeles en plan guardia de honor.

 


Vista general de la nave de Santo Tomás.

A un lado de la bóveda, la vista se dirige de inmediato a una representación de la Última Cena, con San Juan reclinado sobre el pecho de Jesús, y Judas, en primer plano, componiendo un gesto de traidor de opereta. A continuación viene la escena del Prendimiento de Jesús en el Huerto, con la anécdota de la oreja rebanada por Simón Pedro en defensa del Maestro, y aplicada de nuevo por este en su lugar natural. Inmediatamente debajo de la Cena, se atisba la parte superior de otra escena desaparecida, que debió de representar la entrada de Cristo en Jerusalén el Domingo de Ramos.

En el lado opuesto de la bóveda, aparecen a la izquierda la Crucifixión, y más cerca del altar las tres Marías delante del Sepulcro.

La iglesia está protegida como Bien Cultural de Interés Local. Por su situación en el rerepaís queda lejos de las multitudes que abarrotan el litoral, y la modestia de su propuesta pictórica la protege de curiosidades excesivas por parte de los circuitos turísticos.

Casi lo mismo cabe decir de la gran abadía de Sant Miquel de Fluvià, a muy poca distancia del núcleo de Sant Tomás. Necesidades defensivas aparecidas a finales del s. XIV (la guerra del Empordà, que enfrentó a los condes de Empúries y de Armagnac con el rey Cerimoniós) provocaron el derribo del claustro anejo para excavar de forma apresurada un foso defensivo, y algunos aditamentos bélicos en la cubierta: almenas, un matacán. El esplendor de la torre cuadrada subsiste intacto.

 


Abadía de Sant Miquel de Fluvià. Vista de conjunto.