Castillo de Tintagel, Cornualles,
vinculado a la leyenda artúrica. Foto compartida del muro de Marie
France Fernández en Facebook.
Tengo un par de libros a medio
leer sobre la mesa, pero me aburren; no me animo a seguir con ellos, y he
recurrido a la relectura de Kallifatides, “Otra
vida por vivir”, cuyas frases escuetas y cargadas de sentido tanto me impresionaron
hace dos años.
Se trata de pocas páginas,
pero de una gran densidad. El autor reflexiona sobre sí mismo, en un período
depresivo de su trayectoria vital: ha llegado a la vejez, y se ve además
incapaz de escribir, su forma de trabajo diario, la que hasta entonces ha conformado
su vida.
De ahí surge una reflexión
que podríamos caracterizar como “en positivo”, si no fuera tan enrevesadamente
matizada. Es la siguiente (pág. 86, la traducción es de Selma Ancira, la
edición de Galaxia Gutenberg 2019): « A
veces tengo la impresión de que la vejez tiene un sentido: que alcancemos a
arrepentirnos de lo que hicimos y no hicimos en la juventud.»
Recuerda Theo la época de
grandes reivindicaciones y movilizaciones contra un mundo que no nos gustaba a
los jóvenes. Finales de los sesenta. En España gravitaba sobre nosotros la
pesadilla del régimen de Franco; en la Suecia socialdemócrata, las protestas
eran mayormente por la guerra de Vietnam. Un día, el primer ministro Olof Palme
acudió a hablar en una de aquellas concentraciones de protesta, y citó unos
versos del primer libro de poemas de Kallifatides. Poemas, dice este, que ahora
no puede releer sin una sensación de vergüenza, pero que en los labios de Palme
le hicieron pensar que lo que escribía tenía un significado, y que su nueva
patria estaba dispuesta a escucharle.
La guerra de Vietnam
terminó, y «la izquierda se volvió de
pronto como una corrida de toros sin toro.» Aquí tuvimos la misma sensación
después de concluida exitosamente la Transición: la idea vaga de una ceremonia
en el vacío, acentuada cuando quebró la URSS y sobrevino el “fin de la Historia”
secundum Fukuyama.
«Nos encerramos en nuestras casas […] Nos divorciábamos
para volver a empezar desde el principio. Antes no había razón que nos hiciera
divorciarnos, ahora nos divorciábamos por cualquier razón. De ciudadanos
pasamos a ser individuos.»
El libro de Kallifatides
es la historia del regreso de un hombre a sí mismo, de la recuperación de sus
raíces y de la parte de vida que perdió en el camino. Para otros el objetivo
puede ser poner fin a tantos divorcios, no exactamente de pareja, pero sí de
vida en común, comunitaria. Las redes sociales ofrecen un camino, aunque
también pueden ser utilizadas (lo son, en efecto) exactamente para lo
contrario. Hoy todo el mundo se comunica por Internet. «Hasta Cristo, si viviera ─escribe Theo─, escribiría en Twitter. “Amaos los unos a los otros”, ¿acaso hay un tuit
mejor?» (pág. 99).
Amaos los unos a los
otros. La fórmula perfecta, diría yo, para reconvertirnos de individuos en
ciudadanos.