martes, 31 de agosto de 2021

TRANSVERBERACIÓN

 Relámpagos de agosto

 


Gian Lorenzo BERNINI, ‘Éxtasis (o transverberación) de Santa Teresa’ (detalle). Roma, Santa Maria della Vittoria.

 

«Veía un ángel cabe mí hacia el lado izquierdo en forma corporal, lo que no suelo ver sino por maravilla. [...] No era grande, sino pequeño, hermoso mucho, el rostro tan encendido que parecía de los ángeles muy subidos, que parecen todos se abrasan. Deben ser los que llaman Querubines [...]. Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces, y que me llegaba a las entrañas. Al sacarle, me parecía las llevaba consigo y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios.»

Teresa de Ávila, ‘Libro de la Vida’. Capítulo XXIX.3

 

Bernini plasmó la transverberación, que algunos llaman éxtasis, de Santa Teresa en un grupo escultórico en mármol que le encargó el cardenal Cornaro para el lugar en el que tenía dispuesto ser enterrado, en una capilla de la Iglesia de Santa Maria della Vittoria, en Roma. El cardenal se excedió en su gusto indiscreto por lo que los ingleses llaman peeping, ya que hizo que el artista les inmortalizase a él y algunos familiares sentados en un balcón desde el que podían observar a su sabor los pormenores de una escena que por naturaleza ha de tener un carácter rigurosamente íntimo.

Lo que Bernini cinceló con rigor es lo mismo que queda descrito en el Libro de la Vida de la santa, y no hay que darle más vueltas. Se las dio don imPío Baroja, cuando comentó que se trata de una escena de cama en la que se ha escamoteado el galán. El comentario resulta cínico, habida cuenta que la santa aparece, en sus propias palabras, “toda abrasada en amor grande de Dios”, aunque da alguna justificación al mismo el voyeurismo en manada de los Cornaro asomados al balcón.

La transverberación es, pueden verlo en el diccionario, una experiencia mística. Todos tenemos nuestra propia idea de lo que es y no es la mística y lo que es y no es una experiencia. En la más terrenal de las interpretaciones posibles, el rostro en primer plano de Teresa expresa mucho más que una adocenada “escena de cama” como ocurren cada día millones en el planeta.

Valorar de forma adecuada esta singular pieza escultórica (no conozco otro ejemplo en el que el “alma”, para expresarlo con un término equívoco, de la protagonista quede tan al descubierto) es posiblemente, también, un acto de feminismo. Por mi parte siento un enorme respeto y admiración, tanto por el “arpa” arrumbada en el ángulo oscuro del salón, como por la “mano de nieve” del artista que ha sabido pintarla.

 


Los Cornaro, amontonados en su balcón de proscenio.