miércoles, 25 de julio de 2018

A LA UNIDAD POR ELIMINACIÓN


Desde tres observatorios situados en puntos bastante distintos de la geografía política catalana se comenta hoy críticamente la deriva alarmante de un soberanismo profundamente dividido, así ideal como organizativamente, en busca de una “unidad” no basada en el consenso sino en la eliminación pura y simple del disenso.
Francesc de Carreras se refiere en elpais a la sentencia judicial que anula la decisión de la UAB de prohibir una asociación estudiantil conectada a Sociedad Civil Catalana. No había ninguna justificación democrática para vetar algo que está en la calle legítimamente; solo un autoritarismo rancio, que en estas latitudes se vendía como especie extinguida entre los “nuestros”. Quienes denuncian una opresión centralista sobre las ansias de independencia de un pueblo, deberían examinar con algún rigor este tipo de sucesos, si es que no quieren  defender la libertad y la democracia solo para los hunos, y de ninguna manera para los hotros.  
Antón Costas en lavanguardia recuerda la jornada parlamentaria del 7 de septiembre de 2017, cuando se votaron, en contra de toda legalidad instituida, las llamadas “leyes de desconexión”, lo que dio origen a la retirada del hemiciclo de la oposición, y a un discurso memorable de Joan Coscubiela, que advirtió en términos muy crudos a la exigua mayoría de la animalada que estaba haciendo. Los oídos sordos de entonces no han dejado de generar en el tiempo nuevos y más malolientes lodos.
José Luis López Bulla, finalmente, en el blog vecino y amigo de esta casa, señala la alcaldada tremebunda que supone cerrar el Parlament por reformas de la mayoría, y a conveniencia exclusiva de esta. Mejor dicho, de una parte de esta. Se trata en definitiva de, colocados enteramente de espaldas al país, solventar en un OK Corral privado las diferencias entre la nueva Crida de Puchi, vencedor por incomparecencia del pulso en la Asamblea del PDeCAT, y una ERC que cuenta con mayores expectativas de voto popular en los sondeos y se resiste a ser fagocitada por los modernos teóricos del arrebato.
Estamos de ese modo en el final del camino que ha llevado del “entre tots ho farem tot” a un caudillismo mesiánico de viejo estilo. Han sido muchos los colaboradores de este nuevo despotismo ilustrado, y también han quedado en las cunetas los cadáveres de muchos y muy diversos "traidores". El camino en cuestión ha sido tan largo y tortuoso, y tan fatigoso, que son muchos los convencidos de no haber estado nunca “tan cerca” del objetivo propuesto. Esa apreciación es falsa también. Como los israelitas en la travesía del desierto, se ha andado en círculo, y la única diferencia en relación con el que fue punto de partida de la movida, hace ya siete años, es que en España ha cambiado el gobierno y existen perspectivas de diálogo acerca de las cosas de la vida: la financiación, la autonomía, las competencias.
Para algunos profesionales de los juegos de guerra, por ejemplo Jordi Sánchez, que así lo ha manifestado hace muy poco, avanzar en la financiación, la autonomía y las competencias supone retroceder. Retroceder, sin embargo, no en relación con ninguna realidad comprobable, sino en relación con las expectativas grandiosas del movimiento independentista en su conjunto.
La realidad es tozuda, Jordi Sánchez. Lo dijo hace bastantes años un pensador al que tú no frecuentas porque desdichadamente no era catalanista, solo internacionalista.