Soraya Sáenz de
Santamaría ha sido derrotada en el uno contra uno definitivo por un: a) varón;
b) facha; c) mitómano; d) mentiroso compulsivo. Ella, por su parte, adolecía de una
propensión natural a decirle a todo el mundo lo que debía hacer, y a presumir
de doña Perfecciones. ¿No les suena el guion? Yo diría que se trata de una
reedición, en tono sostenido menor, de la elección Trump versus Clinton: el
tronera redomado contra la sieteciencias. En ambos casos ha ganado de calle el
tronera.
Así son las cosas.
La gente de la calle atiende de preferencia a mensajes simples, facilones,
optimistas a ultranza. Está predispuesta a ser engañada, un estafador de
mujeres acaba de ser absuelto en el juicio porque las historias que contaba a
sus víctimas eran inverosímiles, y sin embargo ellas le entregaban sus ahorros.
Trump y Casado se comportan así. La sueltan bien gorda y esperan a que cuele.
Y cuela. De cuando
en cuando, claro. No es un método infalible, pero cuenta con bastantes
posibilidades a favor.
Una constatación
complementaria: la divisoria de aguas entre los votantes respectivos no está en
el género, no es que los machistas hayan votado Pablo y las feministas Soraya.
En el microcosmos de los compromisarios del PP no hay seguramente feministas, y
la propia Santamaría no lo es ni por alusiones. Hay que buscar en otro lado, en
las simpatías o complicidades que despierta en mucha gente la “zona de sombra”
de la política, y las antipatías instintivas hacia quien señala con demasiada
insistencia la senda estrecha de la virtud. El dato que conviene retener es que
en el macrocosmos (las elecciones presidenciales de EEUU, sin compromisarios, voto
universal) el mismo mecanismo funcionó de la misma manera que en el conclave cerrado del PP. Una feminista
militante como Susan Sarandon declaró antes del día D que prefería el riesgo cierto
de que ganara Trump antes que votar por lo que representaba Clinton. (No votó
Trump, por supuesto; votó a otro candidato, a sabiendas de que su voto sería
irrelevante.)
Ganó Trump.
Casado ha ganado el
Congreso del Partido Popular.
Los Estados Unidos
entonces, el PP ahora, han sido muy conscientes de por quién apostaban. No han
votado a ciegas, todos los datos pertinentes acerca de los candidatos estaban
sobre la mesa.
Sea lo que sea que
ocurra a partir de ahora, las reclamaciones que surjan en el interior del partido habrán de ser enviadas al
maestro armero.