sábado, 14 de julio de 2018

LA BATALLA DE LAS IDEAS DE LA CAVERNA


Según Natalia Junquera, articulista de elpais, el candidato a la presidencia del PP Pablo Casado ha dado “un giro a la derecha” en sus planteamientos. ¿Desde dónde ha girado entonces, por dios? Casado propone una “refundación” de su partido a partir de algunas claves explícitas: liberalismo “sin complejos” (¿los ha tenido alguna vez?), ilegalización de las formaciones independentistas, antiabortismo, complacencia fiscal con los ricos y leña al mono para quienes no lo son. Falta decir algo sobre la fiesta de los toros, las feminazis, las concertinas, “Franco ese hombre”, y la práctica internacionalista del españoleo; pero está casi todo. ¿Para qué refundar el partido con las mismas ideas de la caverna? No es renovación, es rearme moral. A Esperanza Aguirre, que lleva en el invento más años que el canalillo, le ha dado un subidón: «Acabo de votarle con mucha ilusión», ha dicho con ocasión de las primarias.
Volvemos a la Contrarreforma. La España eterna cabalga de nuevo, unánime, en esta ocasión no contra los judaizantes clandestinos sino en contra de Soraya Sáenz de Santamaría, la “otra” en la contienda, que solo ofrece para el envite más experiencia, más eficiencia y más de lo mismo. «Quien pide un debate de ideas no tiene ni idea», ha retrucado Santamaría, con mucha razón que no va a impedir que probablemente sea barrida en esa convención sobre “principios y valores” propuesta por Pablo (el “otro” Pablo, el de la derecha). ¡Discutir sobre valores en el PP, lo último que nos faltaba por ver!
Dice Natalia Junquera que el PP “se ha partido en dos”. Nada nuevo, tampoco. Siempre ha habido dos PP, “el que muere y el que bosteza” según descripción gráfica de Antonio Machado. Los varios pedazos del partido (nombre que ya lo dice todo, de entrada) han ido funcionando un poco al albur, mal ensamblados por los artículos no escritos del código del honor de Monipodio y por el principio jurídico riguroso del do ut des, materializado en la norma habitual e inveterada del tres por ciento.
Entonces, podemos dar por descontado que la “batalla de las ideas” que propone Pablo Casado no dará para mucho. No llegará al séptimo cielo, se quedará más verosímilmente en la guardilla. No percutirá en el campus de la Universidad de Harvard, es más probable que se quede en Aravaca.