viernes, 18 de enero de 2019

LA TOSTADA SIEMPRE CAE DEL LADO DE LA MANTEQUILLA

Yo apuntaba ayer a que el acuerdo Carmena-Errejón tenía pinta de ser un buen acuerdo. Resulta que era una traición infame.

¿De verdad?

Me había parecido que las confluencias estaban incorporadas al ADN del joven partido de Pablo Iglesias. Tenía entendido que Manuela era la niña de los ojos de la dirección podemita, y el Ayuntamiento de Madrid, la Joya de la Corona. De otro lado, no era suposición mía sino letra escrita en tinta de imprenta que Íñigo Errejón es el candidato de Podemos a la Comunidad de Madrid.

Sumado todo lo cual, las cuentas salían: la alianza Carmena-Errejón (Más Madrid-Podemos) era un paso en la buena dirección.

Un Gran Paso, en mayúsculas, dado el panorama político complicado, para expresarlo con finura, que tenemos en la perspectiva inmediata.

Había que leer la letra pequeña, sin embargo. La idea no era apoyar a Sánchez sino presionar a Sánchez, ocupando cuantos más espacios de poder, mejor. Ir más allá del actual gobierno socialista en precario. Desde esta perspectiva, debilitar a Carmena no sería un precio excesivo  para acabar definitivamente con Errejón, que es un podrido socialdemócrata.

Gran estrategia. Lo que sea luego del Ayuntamiento y de la Comunidad de Madrid, y de toda la cola que cuelga detrás, es pecata minuta.

La percepción del electorado, sin embargo, es que lo que está detrás de este curioso caso es el reparto de la piel del oso (las posiciones de poder) mucho antes de cazarlo. Con algo más como añadidura: un ramalazo de soberbia del macho alfa de la formación, debido a un ataque de cuernos. Después de años ya de ninguneo de Íñigo, ahora no soporta que este quiera más a Manuela que a él.

Dice la Ley de Murphy, una ley más seria y contrastada científicamente que la de la gravedad, que si una situación es susceptible de empeorar, empeorará. El pronóstico, entonces, es claro pero bicorne. Los optimistas sostienen que empeorará aún “un poco” más; los pesimistas, que empeorará “mucho” más.

Enric Juliana recuerda hoy en lavanguardia la bofetada que Luis Araquistáin, del ala radical del PSOE, propinó en una sesión de las Cortes a Julián Zugazagoitia, del ala moderada. Transcurría el mes de mayo de 1936. La situación era mala para las izquierdas entonces, pero convendremos todos en que podía empeorar aún mucho más.

Si la tostada cae al suelo, siempre lo hace por el lado de la mantequilla.