Ese energúmeno
descerebrado, Santi Abascal, ha emitido su enésimo regüeldo con regusto a
vinazo, en forma de pliego de condiciones para gobernar en Andalucía arrasando
la Constitución y, peor aún, la convivencia. No es de recibo consignar aquí su
indigesta parida. Solo, decir que las truculencias de Vox son meras ocurrencias
de barra de bar después de consumida por los parroquianos la quinta ronda de
bebidas; y que tales ocurrencias descalifican desde ya a quienes se disfrazan
de ogros con el exclusivo objeto de asustar a los niños. Esto no es ni siquiera
antipolítica; es el sueño de la razón que inmortalizó Goya en sus aguafuertes.
Encuentro en la
prensa del día dos firmas fiables que coinciden en predicar el optimismo, así
de la voluntad como de la razón, con la intención de conjurar ese desfile de
fantasmones que se están paseando por la escena sombría de Andalucía en una
noche de invierno.
Son ellos Íñigo
Errejón, desde la izquierda constructiva, y Antón Costas en la derecha
razonable. Hay una indiscutible transversalidad en sus razonamientos. Y los dos
encuentran argumentos suficientes para descartar el refugio de la ciudadanía
agredida en un pesimismo que, sostiene Costas, “está sobrevalorado”.
Selecciono un
párrafo de cada uno de sus textos, para que los lectores apresurados disfruten
cuando menos una píldora energética de optimismo político, y dejo los links
respectivos a quienes busquen un provecho más completo y redondo a través de la
lectura demorada de los razonamientos hilados por dos sabios del momento.
Dice Íñigo Errejón
en “El bloque reaccionario y la disputa por la democracia”, en elpais: «Hemos
de construir un amplio campo democrático que, con independencia de sus cauces
electorales, se articule en torno a instituciones de protección y cooperación,
derechos que, una vez conquistados, generan hambre de más, liderazgos que
inspiren confianza, referentes culturales e intelectuales dispuestos a dar la
lucha de valores. Un campo transversal que no se cierra sino que se abre, que
no renuncia a incorporar a buena parte incluso de quienes hoy son adversarios.» (1)
Replica Antón Costas, “El pesimismo está sobrevalorado”, en
lavanguardia: «¿Cómo frenar el ascenso y
la llegada al poder del populismo autoritario? Si la idea que sostengo aquí es
válida, no se la frena con meros cordones sanitarios defensivos, mediante
acuerdos o coaliciones de gobierno entre liberales, conservadores y
socialdemócratas. Se la frena con medidas y programas político-económicos que
devuelvan la esperanza a nuestras sociedades y las hagan menos proclives al
miedo, al pesimismo y al autoritarismo político. Es decir, mediante la
renovación en el siglo XXI del contrato social
liberalconservador-socialdemócrata que tan bien funcionó durante los Treinta
Gloriosos.» (2)