lunes, 28 de enero de 2019

ACOSO Y DERRIBO A ADA COLAU


No escucho otra cosa en estos días.

Bueno, es cierto que yo escucho poco, mis performances auditivas no son para tirar cohetes; pero es que Carmen tampoco.

Manel Valls, ese catalán transpirenaico irredento, dio una conferencia hace pocos días sobre el tema del caos existente en Barcelona y sobre la inutilidad manifiesta de Colau para remediarlo. Qué quieren que les diga, a mí Barcelona me parece bien como está, incluso si hay momentos en que los taxistas “azuzados por Colau” ocupan la Gran Vía; y puestos a señalar inutilidades manifiestas en las instancias dirigentes de la catalanidad de ahora mismo, lo de Ada Colau, se mire el caso como se mire (la huelga del taxi, los belenes de plaza Sant Jaume, el proyecto de tranvía Esplugues-Besós…), parece mera evanescencia al lado de otras inutilidades patológicas ancladas en el otro lado de la plaza Sant Jaume, en el Parlament de Ciutadella e incluso en Flandes, ese Plat Pays al que cantó Jacques Brel con tanto sentimiento (Avec le Puigdemont comme unique montagne…, etc.)

No es solo cosa de Valls. Un hombre de la radio tan ponderado habitualmente como Josep Cuní desentierra cada mañana una nueva pulla contra la alcaldesa. Colau no tiene remedio, es su diagnóstico.

Cualquiera pensaría que se trata de una casualidad. A mí me suena más bien a consigna. En otra ocasión (1) me he referido a lo que ocurrió cuando Colau dio permiso para una instalación artística en el Fossar de les Moreres. El acontecimiento pasó inadvertido durante algunos días, y a partir de cierto momento devino en agravio intolerable a las esencias y generó una catarata de tuits, todos ellos concebidos en términos iguales o muy parecidos.

Ahora los conjurados para la implementación de la República, hartos de pelearse entre ellos y de subdividirse hasta el extremo de que el trencadís del catalanismo ha degenerado en trencadissa, han encontrado el chivo expiatorio ideal para sus calamidades. Se llama Ada Colau.

“Es la que mueve los hilos”, oigo a uno. “No puedo aportar pruebas aún, pero ella es la que está detrás”, escucho a otro. Los Comuns no consiguen consensuar los Presupuestos catalanes, y no es por falta de disposición, ustedes saben que Jésica Albiach no es sospechosa de reticencias hacia la Gene. Ella dice que no les han dado cifras concretas de nada (¿qué son unos presupuestos sin cifras, sino una pasión inútil, que diría Sartre?) ni han querido mover su punto de partida un solo milímetro en favor de una disposición más social de las cuentas ocultas.

Desde la otra parte se ha argumentado de modo diferente: la culpa la tiene Colau.

Estamos aún en enero. Esto va a seguir hasta mayo. No en el nivel actual: con una escalada progresiva de acusaciones sin fundamento y de presupuestos sin cifras. 

Con triunfo por goleada del “relato” por el relato. Del cuento de hadas hemos pasado al cuento de Ada. Ada es la bruja Piruja, en este cuento recosido a retales de papel de estraza por personas convencidas de que es posible implementar una República digital mediante unas herramientas virtuales de manipulación colectiva forjadas a partir del material con el que se fabrican los sueños.