sábado, 5 de enero de 2019

MIERDA DE MONO EN EL MUSEO


El Louvre ha conseguido en 2018 batir de largo el récord mundial de visitantes de museo: 10,2 millones, superando los 9,7 millones de la misma entidad, que se mantenían en lo más alto del podio desde 2012.

Los gestores del organismo público señalan varias causas que han contribuido al logro del nuevo récord. Está la retrospectiva sobre Delacroix, la más visitada de la historia; está la apertura de una “filial” o “franquicia” en Abu Dhabi, que ha atraído con más fuerza al visitante asiático, en particular de China; y también la venta por internet de entradas con franja horaria incluida, que ha reducido la enorme masificación de las colas (de hasta tres horas) para entrar.

Todo eso está muy bien. Pero hay otro elemento dinamizador citado desde la dirección que me provoca algunas dudas. Dudas, lo confieso, originadas por mi clara deriva elitista-culturalista y por una estimación tal vez desorbitada de criterios cualitativos posiblemente obsoletos por encima de los cuantitativos, que son los que aportan cash, y en consecuencia los que van a misa.

Se trata, para decirlo con brevedad, de la confección de un videoclip de Beyoncé y Jay-Z, de título Apeshit (“mierda de mono”, traducción literal que no consta en ninguna de las noticias que he consultado en diversos medios), que transcurre en las salas de museo y sobre el que se ha construido un itinerario de visita exprofeso, el llamado “tour Beyoncé”, de hora y media de duración, que incluye las 17 obras maestras delante de las cuales cantó y bailó la artista: desde la Gioconda de Leonardo da Vinci hasta la Consagración de Napoleón, de Jacques-Louis David, pasando por la Venus de Milo y la Victoria de Samotracia.

Según datos ofrecidos por el diario Guardian, el vídeo en cuestión va por los 150 millones de visitas en youtube, y sería el responsable de una afluencia considerable de visitantes del Louvre menores de 30 años (más del 50% del total).

Ninguna objeción al respecto. Pero me pregunto si esos cinco millones largos de visitantes menores de treinta años van a ver los mármoles clásicos y las obras pictóricas de Leonardo, David o Delacroix, o bien van a hacerse un selfie en el escenario elegido por sus ídolos como fondo de una canción sobre la mierda de mono.

La cual, dicho sea de pasada porque también he buscado en google la letra, no se refiere específicamente al museo parisino. No quiero retorcer las cosas. El texto es bastante incoherente y no muy inteligible. Eso sí, cada larga parrafada sobre diversos epifenómenos, coreada consistentemente con profusión de yeah, yeah, concluye con un estribillo que se repite y justifica el título: Have you ever seen the crowd goin’ apeshit? Rah! (¿Has visto alguna vez a la multitud yéndose a la mierda de mono? ¡Rah!) Signifique ello lo que signifique.

La falta de una relación precisa entre la letra y el museo es, en cierto modo, un alivio. Pero si esa es la forma adecuada de atraer a los menores de treinta años a los templos inmarcesibles de la historia de la estética, convendremos todos en que va a ser necesario redefinir a fondo los objetivos globales del negocio.

Quienes salen ganando hasta el momento son los turoperadores; no la cultura, por lo menos la definida a partir de sus marcos convencionales y tradicionales.