En la ya modestamente
considerable travesía de estas hojas sueltas en contrapunto, he hablado en
varias ocasiones sobre el atractivo que para muchos lectores empedernidos,
entre los que me cuento, tiene el género negro; y sobre las ideologías diversas
desde las que ha sido abordado. Me remito a lo dicho en cada caso (1).
Ahora Carlos Zanón
publica un libro nuevo de Carvalho, que titula apropiadamente “Problemas de
identidad”. El detective transita, en efecto, desde la identidad de Manolo
Vázquez Montalbán a la de Zanón, respetable novelista y poeta, autor, por citar
solo una muestra de su obra, de la excelente “Yo fui Johnny Thunders”.
No he leído el
libro recién aparecido, que tiene todas las bendiciones de los herederos
materiales de MVM, vaya eso por delante. No sé si lo leeré, o si me quedaré a
fin de cuentas con el Carvalho que reside en mi memoria sentimental.
No es ocioso, sin
embargo, traer a cuento la decisión consciente de apoyarse en una poética realista
y crítica en relación con la sociedad que le rodeaba (la “ciudad democrática”),
sobre la cual hizo hincapié su creador para dar vida a la serie del primer Carvalho.
Me he tropezado muy recientemente con un texto en el que se hace una referencia
explícita a esa decisión. Se encuentra en el ensayo “La literatura en la construcción
de la ciudad democrática” (Crítica 1998), que fue objeto de una larga gestación
y elaboración, como se constata por la existencia de varios precedentes en la
bibliografía del autor. Extraje el volumen en cuestión, hace poco, de los
estantes de una buena amiga, con su bendición explícita. La cantidad de
constataciones, de sugerencias y de vislumbres que he encontrado en sus páginas
es apabullante.
A modo de
observación incidental en el desarrollo de su argumentación general de amplio
campo de visión, describe Manolo (pág. 86) el origen de la creación de su
detective, del modo siguiente. Reproduzco el párrafo sin comentario. Se explica
solo, mejor de lo que yo sabría hacerlo:
«… utilizando determinados instrumentos de la novela
negra policiaca norteamericana, dispongo de elementos técnicos que me permiten
afrontar la convención de un relato de carácter realista crítico. ¿Por qué?
Porque la novela negra norteamericana es una poética a la medida de la
descripción de una sociedad que ya se parece mucho a lo que es la española en
los años en los que yo hago esta operación. Esa sociedad neocapitalista,
hipercompetitiva, durísima, donde definitivamente predomina la cultura urbana
sobre la cultura agraria dejada en manos de las novelas de Agatha Christie
donde siempre aparecen prados extraordinarios y mayordomos que sirven el oporto
a las cinco en punto de la tarde. La novela negra norteamericana de los años
veinte y treinta testimonia que el hombre es un lobo para el hombre en el seno
de una sociedad hipercompetitiva.»
(1) Ver por ejemplo
http://vamosapollas.blogspot.com/2014/08/el-policiaco-como-laberinto.html,