domingo, 20 de enero de 2019

LA ROTACIÓN EN BUCLE DE LOS PARADOS


En el blog “Según Antonio Baylos”, con nuevo formato desde el año nuevo, y que se mantiene como una de las referencias más firmes a las que acudimos las personas con sed de justicia laboral, apareció ayer un post sin desperdicio: “Los resultados de 2018: la precariedad laboral como rasgo estructural del sistema de empleo” (1).

Lo que ahí se dice es congruente con lo que se afirma en un libro-encuesta de Pere Jódar y Jordi Guiu, que acabo de leer y sobre el que volveré en más ocasiones (2).

Expresado en pocas palabras: en el mercado de trabajo tal como está conformado en nuestro país, no existen tres situaciones delimitadas con claridad, la del empleo fijo, la del desempleo y la intermedia del empleo precario. La precariedad es estructural, la entrada y salida en empleos efímeros es continua, y el parado no es un marginado por el mercado laboral sino una persona que forma parte imprescindible de dicho mercado, tal como este está configurado en sus mecanismos de funcionamiento.

Un ejército de reserva de nuevo tipo. El sistema ha hecho suya una antigua aspiración expresada desde partidos o movimientos de la izquierda, «Trabajar menos para trabajar todos», y al mismo tiempo la ha desfigurado y convertido en una maldición más que proyectar sobre el pluriverso del trabajo asalariado.

Señala Baylos cómo en el año 2018 se han sustanciado más de 21 millones de contratos de trabajo para una fuerza de trabajo situada en los 14 millones de personas. No es el sueño del pleno empleo, sino su pesadilla: el trabajo hecho cachos.

El trabajo ha dejado de ser determinante en la marcha de la sociedad, dicen los nuevos liberales. Y lo demuestran, porque el trabajo asalariado ya no da para vivir.

Todo se ha desdibujado: la empresa ya no es empresa, sino un punto innominado en una cadena de valor en la que las subordinaciones escalonadas son infinitas y nadie responde desde el otro lado de la línea; en la que los asalariados mutan en emprendedores que se autoexplotan, carecen de toda protección institucional, están obligados a pagarse sus cuotas a la seguridad social y al seguro de enfermedad, y pagan además a las plataformas que les proporcionan clientes de forma aleatoria, con lo que tampoco los horarios son horarios, las vacaciones no existen y el lugar de trabajo no está diferenciado de la vivienda familiar.

Es la forma que se nos ofrece de salida de la crisis. También el término “salida” está desfigurado, en este contexto. Se trata de una salida en bucle, de una crisis que se realimenta a sí misma. Los listos sobrevivirán, nos aseguran. Es una profecía autocumplida: son los privilegiados los que nos avisan de que “ellos” van a seguir medrando indefinidamente. Para eso tienen la sartén por el mango.
  

(2) P. Jódar y J. Guiu, Parados en movimiento. Historias de dignidad, resistencia y esperanza. Icaria, Barcelona 2018. Hice una primera referencia, en curso aún de lectura, a esta obra en un un post reciente: http://vamosapollas.blogspot.com/2019/01/cuando-el-paro-genera-empleo.html