jueves, 24 de enero de 2019

MÁS CRISIS PARA SALIR DE LA CRISIS


Un tipo determinado de sabiduría popular sostiene que siempre habrá ricos y pobres. Se puede estar de acuerdo, como con todas las verdades de Perogrullo. Los desacuerdos empiezan en el momento de determinar cuán ricos han de ser los ricos, y cuán pobres los pobres. O cuántos deben ser los ricos capaces de costearse el pasaje en el Arca de Noé, y cuánta la humanidad restante condenada a ahogarse en el diluvio universal.

Al parecer el gobierno Sánchez está meditando la posibilidad de implantar la llamada “mochila austriaca”, consistente en detraer un porcentaje del salario para que el trabajador financie o ayude a financiar su propio despido.

He alertado antes, en uno de estos posts melancólicos (1), de que toda la hoy multiforme y fragmentada clase trabajadora constituye un ejército de reserva de nuevo tipo en el mercado de trabajo. No hay titulares y suplentes en el equipo compacto del trabajo bajo el nuevo paradigma; todos lo son todo, sucesivamente. El “puesto” y el “lugar” de trabajo como solíamos imaginarlos en otra época, han desaparecido. Antes lo hicieron las categorías profesionales. Los trabajadores flexibilizados por las reformas laborales rampantes son formalmente autónomos, en realidad parasubordinados, que se costean la previsión sanitaria y social, cotizan para sus planes de jubilación individualizados y pagan a tocateja un porcentaje de sus ingresos a lo que antes era “empresa” y ahora es una plataforma, también parasubordinada de alguna forma, que se limita a ofrecerles empleo. 

O empleíllo. Un empleíllo sincopado y aleatorio, sin ninguna garantía ni compromiso por parte del empleador. Se avisa por teléfono móvil (el móvil es una herramienta indispensable para el trabajador precario) o por mail cuando hay curro, siempre por tiempo determinado, y el presunto “empleado” acude raudo a la llamada. Si no hay llamada, espera, por tiempo indefinido.

La mochila austriaca significa que el empleadillo a la espera de llamada también se financiará de sus propios limitados recursos su desempleíllo, santificado por el preaviso o preavisillo correspondiente. Las grandes patronales están en desacuerdo porque la medida encarecerá la contratación. Es sabido que las grandes patronales son entidades filantrópicas que se dedican obstinadamente a crear empleo despidiendo personas.

Por ese camino vamos consiguiendo entre todos salir de la crisis. La salida de la crisis, sin embargo, es, quién iba a decirlo, otra crisis. De mayor magnitud y profundidad. Los ricos son menos, pero mucho más ricos. Los pobres son muchos más, y también más pobres. Se espera que tanto las derechas como las izquierdas den el visto bueno a este nuevo paradigma económico, porque los sabios y los algoritmos son unánimes en la prédica insistente de que no hay alternativa.