lunes, 13 de mayo de 2019

CRÓNICA DE SUCESOS


Dice Francesc-Marc Álvaro en su columna de lavanguardia que «el vuelco en la Cambra es el hecho político más relevante en Cataluña después de los acontecimientos del otoño de 2017.»

Quizás dicha frase precisa de alguna explicación ulterior. Álvaro se está refiriendo a la Cambra de Comerç de Barcelona, entidad sin duda muy importante aunque no se sabe de cierto que intervenga de alguna manera en el pilotaje de la vida económica catalana, ni que alguien la reconozca, según afirma Álvaro, como un «organismo esencial en la vida económica de Barcelona y del país». En cualquier caso, en las elecciones a la entidad venció una candidatura promovida por la ANC bajo el lema “Eines de País” y encabezada por Joan Canadell, empresario propietario de siete gasolineras que pronto, anuncia lavanguardia, serán ocho. Votó el 4% del censo de entidades representadas (récord histórico de participación) y la victoria está aún entre paréntesis, por la investigación en curso acerca de un voto electrónico masivo posiblemente fraudulento.

Procuremos entonces contener el entusiasmo y examinar los datos con frialdad. Todo es cuestión de escala. Vista a través de una lupa de una gran capacidad de aumento, una pulga puede parecer mayor que un elefante.

El presidente de la Cambra ha sido hasta ahora Miquel Valls Maseda, que ocupaba el puesto desde 2002. En aquel año concurrió a las elecciones y fue elegido sin oposición, en candidatura única. He encontrado los datos en Google, a mí me habían pasado desapercibidos hasta ahora.  

Puede que la elección de Joan Canadell sea, entonces, un acontecimiento político de gran relevancia para Cataluña, pero a Francesc-Marc Álvaro quizá le sería difícil argumentar por qué razón. Canadell expenderá certificados y asesorará a las pymes, como venía haciendo Valls. De otro lado, ha anunciado que romperá los lazos con la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de España. Se trata posiblemente de una perspectiva preocupante, pero no he encontrado ningún rastro de preocupación en la prensa llamada nacional.

Tal vez no es la presidencia de la Cambra de Comerç de Barcelona lo importante del acontecimiento, entonces, sino la presencia de la ANC, la Assemblea Nacional de Catalunya, entidad social radicalmente independentista.

Desde ese parámetro conviene volver a examinar el otro término de comparación propuesto por Álvaro, los acontecimientos del otoño de 2017. Entonces el presidente de la Generalitat Carles Puigdemont proclamó de forma unilateral la independencia de Cataluña, durante ocho segundos, antes de dejarla en suspenso. Ocho segundos. El asunto ha traído cola amplia, sin embargo. Hay protagonistas de aquel asunto en prisión y otros en el extranjero, sometidos todos ellos a juicio por los tribunales del Estado cuyas leyes supremas fueron lesionadas en la ocasión.

De la independencia de Cataluña al independentismo de la Cambra va, sin embargo, un largo trecho. Cuestión de escala, como he mencionado antes. Pero puede que el intento acabe también en proceso, dado el problema de esos 950 votos emitidos desde la misma dirección electrónica para forzar la mayoría indepe en un lugar donde a nadie le iba ni le venía la cuestión.

¿Es comentarista político Francesc-Marc Álvaro, o cronista de sucesos?