Dice Francesc-Marc
Álvaro en su columna de lavanguardia que «el vuelco en la Cambra es el hecho
político más relevante en Cataluña después de los acontecimientos del otoño de
2017.»
Quizás dicha frase
precisa de alguna explicación ulterior. Álvaro se está refiriendo a la Cambra
de Comerç de Barcelona, entidad sin duda muy importante aunque no se sabe de
cierto que intervenga de alguna manera en el pilotaje de la vida económica
catalana, ni que alguien la reconozca, según afirma Álvaro, como un «organismo
esencial en la vida económica de Barcelona y del país». En cualquier caso, en
las elecciones a la entidad venció una candidatura promovida por la ANC bajo el
lema “Eines de País” y encabezada por Joan Canadell, empresario propietario de
siete gasolineras que pronto, anuncia lavanguardia, serán ocho. Votó el 4% del
censo de entidades representadas (récord histórico de participación) y la victoria está aún entre paréntesis, por
la investigación en curso acerca de un voto electrónico masivo posiblemente
fraudulento.
Procuremos entonces
contener el entusiasmo y examinar los datos con frialdad. Todo es cuestión de
escala. Vista a través de una lupa de una gran capacidad de aumento, una pulga
puede parecer mayor que un elefante.
El presidente de la
Cambra ha sido hasta ahora Miquel Valls Maseda, que ocupaba el puesto desde
2002. En aquel año concurrió a las elecciones y fue elegido sin oposición, en candidatura única. He encontrado
los datos en Google, a mí me habían pasado desapercibidos hasta ahora.
Puede que la
elección de Joan Canadell sea, entonces, un acontecimiento político de gran
relevancia para Cataluña, pero a Francesc-Marc Álvaro quizá le sería difícil
argumentar por qué razón. Canadell expenderá certificados y asesorará a las
pymes, como venía haciendo Valls. De otro lado, ha anunciado que romperá los
lazos con la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de España. Se trata posiblemente
de una perspectiva preocupante, pero no he encontrado ningún rastro de
preocupación en la prensa llamada nacional.
Tal vez no es la presidencia
de la Cambra de Comerç de Barcelona lo importante del acontecimiento, entonces,
sino la presencia de la ANC, la Assemblea Nacional de Catalunya, entidad social
radicalmente independentista.
Desde ese parámetro
conviene volver a examinar el otro término de comparación propuesto por Álvaro,
los acontecimientos del otoño de 2017. Entonces el presidente de la Generalitat Carles
Puigdemont proclamó de forma unilateral la independencia de Cataluña, durante ocho
segundos, antes de dejarla en suspenso. Ocho segundos. El asunto ha traído cola
amplia, sin embargo. Hay protagonistas de aquel asunto en prisión y otros en el
extranjero, sometidos todos ellos a juicio por los tribunales del Estado cuyas
leyes supremas fueron lesionadas en la ocasión.
De la independencia
de Cataluña al independentismo de la Cambra va, sin embargo, un largo trecho.
Cuestión de escala, como he mencionado antes. Pero puede que el intento acabe
también en proceso, dado el problema de esos 950 votos emitidos desde la misma
dirección electrónica para forzar la mayoría indepe en un lugar donde a nadie
le iba ni le venía la cuestión.
¿Es comentarista
político Francesc-Marc Álvaro, o cronista de sucesos?