viernes, 10 de mayo de 2019

NO LES ENTENDEMOS


La inefable Elsa Artadi, segunda de la lista del PDeCat al Ayuntamiento de Barcelona, ha declarado que si los socialistas colocan de presidente del Senado al catalán Miquel Iceta como cebo para que “los de aquí” le votemos, es que no han entendido nada. Ha añadido que se trata de un “chantaje alucinante”. Finalmente, ha señalado que “nosotros estamos donde estábamos” y es Pedro Sánchez quien tiene “que hacer un giro”.

Solo me parece razonable uno de sus argumentos: la queja de que “ellos” no han entendido nada. Ahí me parece que está pisando terreno firme: yo mismo, y disculpen que me ponga de ejemplo, no la entiendo en absoluto.

No es eso lo peor. Tampoco entiendo nada cuando describe a Ernest Maragall como un mero “recambio” a Ada Colau, a la que critica por su política de seguridad, de vivienda (sí, de vivienda) y del top manta. Maragall, candidato por ERC, sería para Artadi más de lo mismo, un antiindependentista. “Nosotros somos los que hemos dicho que queremos un cambio de verdad.”

¿Un cambio de verdad? El problema no es que lo que dice Artadi sea complicado, o profundo. Es que es incoherente. Esta chica trabajó de becaria de Soraya Sáenz de Santamaría en la época real del 155, y Santamaría no encontró ningún reproche a su trabajo. Será que no le entendió nada. Su capacidad de disociación mental es notable. No encuentra dificultad ninguna en sostener al mismo tiempo una cosa y su contraria. Algunos filósofos señalados, pongamos por ejemplo a Aristóteles, han sostenido con empeño en sus escritos que tal cosa es racionalmente imposible. Artadi, sin duda, le reprocharía (me la imagino regañando a Aristóteles con esa vehemencia y frescura de expresión tan suyas) que “no ha entendido nada”. Posiblemente le informaría también de que ella no ha cambiado de posición, y es él quien tiene que dar un giro copernicano, expresión que dejaría aún más confuso al advenedizo de Estagira.

Es que el Olimpo que habita Artadi no es fácilmente alcanzable para un cualquiera. Cuenta hoy mismo Josep Ramoneda en elpais.cat que Josep Maria Ainaud de Lasarte decía que, desde el tiempo de la dictadura de Primo de Rivera, la república, la guerra, el franquismo y la democracia, todos los alcaldes de Barcelona sin excepción habían sido amigos y conocidos de toda la vida de su familia. Ada Colau rompió esa exquisita norma consuetudinaria. A ella no la habrían saludado los Ainaud en el caso improbable de cruzarse con ella por la calle.

Supongo que lo mismo le ocurriría a Colau con Artadi. O se está en la pomada, o no se está. Colau decididamente no lo está, y sin embargo ahí la tienen paseándose por la Casa Gran con ínfulas de dueña.

Colau no pertenece al cogollito de “los de aquí”. Ni de lejos. “Nosotros estamos donde siempre hemos estado”, la apostrofará Artadi. “Y tú no has entendido nada.”

Ciertas rutinas del mando secular no se pierden nunca. La primera promesa electoral de Artadi ha sido que, si gobierna ella, subirá de 2700 a 3300 efectivos la dotación de agentes municipales.