Los cuatro jinetes del Apocalipsis, según una miniatura del siglo X, de Beato de Liébana. Códice guardado en la Universidad de Valladolid.
Las encuestas dan a
la Esquerra de Ernest Maragall una ligerísima ventaja sobre los Comuns de Ada
Colau para la alcaldía de Barcelona. Las dos fuerzas por separado son
insuficientes para un gobierno en solitario. Olvídense de los gobiernos en
solitario, en todo caso; se trata de una especie en vías de extinción, por más
que los politólogos de mesa camilla la tengan en tanto aprecio como los
miniaturistas medievales a los unicornios.
Maragall y Colau
están situados, con matices y diferencias entre ellos, en el mismo cuadrante político
de la izquierda social. Les separa, sin embargo, de forma nítida la cuestión
del relato independentista. Digo “el relato”, no la independencia de Cataluña en
sí, porque en esa cuestión existe una unanimidad tácita y nunca confesada en
todos los cuarteles generales. El problema se sitúa entonces en la primacía (o
no) de la cuestión de una independencia hipotética, como urgencia absoluta, sobre
los temas relacionados con el bienestar de las personas y la lucha contra la
desigualdad. Maragall estaría en la primera posición, Colau en la segunda.
Los socialistas de Jaume
Collboni se ubican en el mismo cuadrante de Colau, si bien con matices que
han tenido la suficiente trascendencia para romper una alianza que fue
fructífera en su momento y podría volver a serlo, a la vista de las restantes
alternativas de gobierno.
El independentismo
rancio del tándem Forn/Artadi se aproxima a Esquerra en la cuestión nacional
─con mayor insistencia en el unilateralismo─ y se distancia claramente en la
cuestión social. Elsa Artadi ha abroncado a Maragall por una propuesta de
Esquerra para abaratar el precio de la vivienda social. Artadi es una
economista de la escuela neoliberal; las viviendas baratas y la cuestión social
se la sudan. Ella quiere la alcaldía como acumulación de capital con la que
hacer palanca para forzar la implementación unilateral de una república
catalana del morro fuerte. Más o menos una repetición de la operación llevada a
cabo con éxito con la Cambra de Comerç. Maldito lo que les importa a Artadi y a
Elisenda Paluzie (ANC) la actividad de hormiguita de la Cambra en relación con los
avatares de las pequeñas y medianas empresas. Lo único importante en todo el
tema de la independencia es para ellas el escaparate.
Forn/Artadi no van
a apoderarse de su oscuro objeto del deseo, la Casa Gran, si nos atenemos a las
encuestas. Tampoco Manuel Valls, parachutado por Ciudadanos detrás de las
líneas enemigas para salvar a Barcelona de sí misma y resolver el problema
horroroso del top manta, vergüenza al parecer del mundo civilizado que nos
contempla atónito. Más allá de estas opciones más destacadas, los candidatos
del PP y de Vox se conformarían con tener alguna representación en el Pleno
para poner a parir al alcalde o a la alcaldesa con profecías tremebundas sobre
dragones, pestes, calamidades y demonios, directamente extraídas de los Comentarios al Apocalipsis
del monje Beato de Liébana.
Vicenç Navarro ha
publicado un artículo sustancioso en Nueva Tribuna bajo el título “Por qué es
tan importante que haya alcaldesas como Ada Colau en España” (1). Suscribo sus
argumentos, pero preferiría centrar la cuestión en lo que más me importa ahora. El título que les propongo para el mismo artículo es: "Por qué es tan importante que
Ada Colau siga siendo alcaldesa de Barcelona."