domingo, 19 de mayo de 2019

LA BATALLA DE BARCELONA


Los cuatro jinetes del Apocalipsis, según una miniatura del siglo X, de Beato de Liébana. Códice guardado en la Universidad de Valladolid. 


Las encuestas dan a la Esquerra de Ernest Maragall una ligerísima ventaja sobre los Comuns de Ada Colau para la alcaldía de Barcelona. Las dos fuerzas por separado son insuficientes para un gobierno en solitario. Olvídense de los gobiernos en solitario, en todo caso; se trata de una especie en vías de extinción, por más que los politólogos de mesa camilla la tengan en tanto aprecio como los miniaturistas medievales a los unicornios.

Maragall y Colau están situados, con matices y diferencias entre ellos, en el mismo cuadrante político de la izquierda social. Les separa, sin embargo, de forma nítida la cuestión del relato independentista. Digo “el relato”, no la independencia de Cataluña en sí, porque en esa cuestión existe una unanimidad tácita y nunca confesada en todos los cuarteles generales. El problema se sitúa entonces en la primacía (o no) de la cuestión de una independencia hipotética, como urgencia absoluta, sobre los temas relacionados con el bienestar de las personas y la lucha contra la desigualdad. Maragall estaría en la primera posición, Colau en la segunda.

Los socialistas de Jaume Collboni se ubican en el mismo cuadrante de Colau, si bien con matices que han tenido la suficiente trascendencia para romper una alianza que fue fructífera en su momento y podría volver a serlo, a la vista de las restantes alternativas de gobierno.

El independentismo rancio del tándem Forn/Artadi se aproxima a Esquerra en la cuestión nacional ─con mayor insistencia en el unilateralismo─ y se distancia claramente en la cuestión social. Elsa Artadi ha abroncado a Maragall por una propuesta de Esquerra para abaratar el precio de la vivienda social. Artadi es una economista de la escuela neoliberal; las viviendas baratas y la cuestión social se la sudan. Ella quiere la alcaldía como acumulación de capital con la que hacer palanca para forzar la implementación unilateral de una república catalana del morro fuerte. Más o menos una repetición de la operación llevada a cabo con éxito con la Cambra de Comerç. Maldito lo que les importa a Artadi y a Elisenda Paluzie (ANC) la actividad de hormiguita de la Cambra en relación con los avatares de las pequeñas y medianas empresas. Lo único importante en todo el tema de la independencia es para ellas el escaparate.

Forn/Artadi no van a apoderarse de su oscuro objeto del deseo, la Casa Gran, si nos atenemos a las encuestas. Tampoco Manuel Valls, parachutado por Ciudadanos detrás de las líneas enemigas para salvar a Barcelona de sí misma y resolver el problema horroroso del top manta, vergüenza al parecer del mundo civilizado que nos contempla atónito. Más allá de estas opciones más destacadas, los candidatos del PP y de Vox se conformarían con tener alguna representación en el Pleno para poner a parir al alcalde o a la alcaldesa con profecías tremebundas sobre dragones, pestes, calamidades y demonios, directamente extraídas de los Comentarios al Apocalipsis del monje Beato de Liébana.

Vicenç Navarro ha publicado un artículo sustancioso en Nueva Tribuna bajo el título “Por qué es tan importante que haya alcaldesas como Ada Colau en España” (1). Suscribo sus argumentos, pero preferiría centrar la cuestión en lo que más me importa ahora. El título que les propongo para el mismo artículo es: "Por qué es tan importante que Ada Colau siga siendo alcaldesa de Barcelona."