miércoles, 15 de mayo de 2019

ESQUERRA ESQUIZOFRÉNICA DE CATALUNYA


Una vez más, Esquerra Republicana había tomado asiento en la antesala del poder de la Generalitat. Una vez más, se dedica minuciosamente a despilfarrar el patrimonio acumulado después de un largo esfuerzo.

Ocurrió en la época del pujolismo, en la que nunca llegó a consolidarse ni como alternativa ni como aliado inter pares. Siempre fue a remolque, con esa característica de los remolques que transitan por carreteras comarcales: la de dar bandazos continuos a derecha e izquierda.

Ocurrió en los gobiernos tripartitos, en los que Esquerra se comportó al mismo tiempo como socio de gobierno y como quinta columna, y acabó por hacer fracasar el experimento.

Ocurrió en la histórica/histérica jornada del 27-O de 2017, el día en que Puigdemont había decidido convocar elecciones y Esquerra, encabezada por una Marta Rovira desmelenada, lo aguardaba en la plaza de Sant Jaume con pancartas que llevaban escrito el apelativo “TRAÏDOR”.

Ahora, después de unas elecciones en las que ha cosechado el fruto de una posición dialogante y opuesta a la intransigencia, da un nuevo bandazo hacia su personalidad de Mister Hyde, y anuncia su propósito de taponar la vía de Iceta a la presidencia del Senado, con el argumento de que no quiere “normalizar” una situación anómala.

Es justo el discurso contrario al que le ha valido desbancar a JxCat y su hijuela la Crida de la posición alfa del campo independentista. Es una pataleta inútil además, porque consigue taponar la posibilidad de contar en la “cocina” de los posibles acuerdos con una persona muy cualificada como interlocutor; pero en cambio no está en su mano impedir que se nombre a otro presidente del Senado socialista, posiblemente no catalán y posiblemente también menos sensible que Iceta a los matices a tener en cuenta en el diálogo institucional.

Esquerra Esquizofrénica de Catalunya elige una vez más no comprometerse en faenas de gobierno que repugnan a su alma romántica. Está mandando una señal fuerte a sus votantes de hace pocos días: Non serviam. Seguirá viviendo de los tuits ingeniosos de Rufián en el Congreso, y de las repetidas declaraciones de Junqueras de que él es una buena persona, creyente fervoroso, de misa diaria.

Poca cosa. Poquísima, en sustancia. Las formaciones políticas que no consiguen superar sus enfermedades infantiles acaban por caer en la irrelevancia. Esquerra lo sabe porque ha pasado por el trance ya en muchas etapas históricas de su torturada personalidad esquizofrénica.