lunes, 6 de mayo de 2019

DIÁLOGO O UNILATERALIDAD


En la séptima asamblea general ordinaria de la ANC se ha votado de forma masiva trabajar por la independencia de Catalunya desde la unilateralidad. Estas son las palabras de Elisenda Paluzie, presidenta de la entidad: «Está muy bien proponer un referéndum acordado, fantástico, una independencia negociada siempre es mejor. ¿Pero qué pasa con un referéndum acordado? Que dependes del otro, y si no nos lo acuerdan ¿qué haremos? Más frustración.»

Paluzie expresa descarnadamente el problema: “dependes del otro”. Una posición incómoda, evidentemente. Si miramos a Catalunya desde cualquier enfoque realista (geográfico, político, económico, cultural, lingüístico, gastronómico, etc.), siempre aparece ese “otro” indeseable. La forma de eliminarlo de la ecuación solo puede consistir en darle un valor cero; no contar con él, no depender más de él.

Si en las próximas elecciones autonómicas los partidarios de la independencia suman más del 50% de los votos, ha señalado Paluzie, y lo ha refrendado la asamblea, “ya no habrá excusas” para no implementar una independencia “más necesaria que nunca”.

Algún profano en la magia de las matemáticas puede objetar la aporía de Paluzie desde el simple sentido común: el “otro” sigue existiendo, no desaparece porque lo borres de la ecuación. El “otro” cuenta, en todas las cuestiones materiales que conforman la Catalunya realmente existente. Si depender del “otro” genera frustración, el  intento de prescindir de él provocará una frustración todavía mayor.

Solo si contemplamos a Catalunya desde un punto de vista espiritual, concibiéndola como un ideal luminoso y eterno que traspasa y trasciende las bajas realidades de este mundo, es posible prescindir de tanta clase de tropa como anda dispersa por ahí. Seguramente es desde ese punto de vista acendradamente espiritual como la Honorable Núria de Gispert se refirió a las recientes exportaciones de porcino catalán. Y como Gemma Domenech, directora de Memoria Histórica de la Generalitat, confundió un acto internacional de homenaje a los presos republicanos españoles bajo el nazismo con un homenaje de los elegidos, de los creyentes, a Raül Romeva, en trance actualmente de juicio en el opresor Estado español.

La Generalitat de Waterloo y su intendencia de la ANC están reclamando de Pedro Sánchez un diálogo abierto y sin limitaciones. Al mismo tiempo, sin embargo, dejan claro que solo quieren diálogo sobre un único punto, y además lo reclaman desde una posición inamovible. “Si me lo das tú, vale; si no, me lo tomo yo.”

Eso, en el idioma de las faves contades, no se llama diálogo sino monólogo. Un monólogo decidido a ignorar olímpicamente que la institución de gobierno de Catalunya tiene la misma responsabilidad y está obligada a tener el mismo respeto exquisito respecto del “otro” evocado por Paluzie, que respecto del “uno” para el que reclama reconocimiento en exclusiva.

El reino de las instituciones “es” de este mundo, y está precisamente en este mundo, no en las alturas empíreas en las que la Catalunya espiritual exige ser escuchada y atendida.