miércoles, 1 de mayo de 2019

PRIMERO DE MAYO


El empleo es precario; el trabajo, no. 

El trabajo tiene un doble vector: transforma el mundo por un lado, realiza a las personas por otro. Nos dicen que se acabó el trabajo, que ya no hay el suficiente, que tener un trabajo es cosa de privilegiados. Pamplinas. La forma del trabajo cambia, cambian los instrumentos, la tecnología, llegan los robots y la inteligencia artificial. Bienvenidos. Ellos no matan el trabajo, sino la forma antigua de trabajar. Permiten trabajar en mejores condiciones, eso es todo.

El trabajo es cosa de personas, no de máquinas. Las máquinas aceleran el proceso y multiplican el resultado. Las personas dirigen y controlan a las máquinas para que las máquinas cumplan el cometido propuesto por personas inteligentes y conscientes de lo que quieren.

El trabajo crea riqueza; la riqueza es un concepto social. La apropiación individual de la riqueza social es un enorme malentendido y un abuso gigantesco, que viene de lejos. Las finanzas “creativas” no crean riqueza sino que se la apropian. Extraen rentas que otros han generado. Son parásitos en el cuerpo social.

El trabajo no es un proceso abstracto; es un gran conjunto de personas que trabajan. Ellas lo merecen todo, y no reciben en consonancia. Su empleo, su dedicación, su misión esencial en el entramado social puede ser fragmentada, relativizada y precarizada, pero las personas no son precarias, no son relativas, no viven a cachos sino enteras, de una pieza.

Hemos destinado la fecha de hoy, Primero de Mayo, a recordar estas verdades sencillas y a reclamar de nuevo, insistentemente, infinitamente cargadas/os de razón, todo aquello que nos corresponde y se nos niega.

Esta fecha está marcada en rojo en nuestro calendario.