viernes, 27 de marzo de 2020

EL "NO ES NO" DE LAS NIÑAS



Detalle de la Creación de Eva, fresco de Miguel Ángel en la capilla Sixtina. Un trabajillo rutinario del maestro, para cubrir el expediente. Se habrá reproducido unos cuantos cientos de millones de veces menos que la Creación de Adán, del mismo pincel y en el mismo lugar. Y sin embargo, los dos acontecimientos tuvieron por lo menos la misma importancia para el futuro de la humanidad.


Seguimos instalados en el paradigma de “La donna è mobile”, anclados en la época en la que un “no” era solo un “sí” aplazado, y el “sí” de las niñas al libertino de turno que las pretendía se obtenía gracias a los buenos oficios del confesor y al celestineo bien pagado del director espiritual.

Y no. The Times Are A-Changin’, como cantó en su momento Bob Dylan, sin tener del todo en mente cuál era la magnitud de los cambios. Él creía en el empuje de la juventud. Lo cierto es que los varones jóvenes no resultaron gran cosa; fueron ellas las que tomaron el mando. Una revolución transparente, silenciosa e invisible en particular para los convencidos de que ya está aquí el final de la Historia, para los empeñados en bajar el telón de una vez por todas.

Cuando visualizamos el actual gobierno de progreso, seguimos (mayoritariamente) localizando de forma prioritaria a Pedro y Pablo, o a Pablo y Pedro según las preferencias. Todo lo más añadimos coyunturalmente al ministro de Sanidad Salvador Illa y al doctor Fernando Simón, por aquello de la pandemia.

Es un espejismo visual. Ajusten bien el foco de su visor, caballeros de la izquierda intachable. Amplíen el campo, precisen la distancia telemétrica al objetivo y verán surgir de repente a Isabel, Carmen, Teresa, Yolanda, Margarita, Nadia, Irene, María Jesús…

Mujeres firmes, prácticas, inmunizadas contra el virus de la invisibilidad. Con un largo recorrido previo. Con estudios, con experiencia, con ideas claras sobre lo que quieren y lo que no quieren, lo que pueden y no pueden hacer en esta situación de pandemonio, mientras los claros clarines de la derecha eterna tocan a degüello.

Ellas no se van a asustar, no van a ceder, no van a dispersarse “qual piuma al vento”. Son fiables y perseverantes. Lo están haciendo bien. Lo seguirán haciendo bien después de la pausa, cuando arrecie hasta hacerse ensordecedor el ruido mediático orquestado por una derecha en estado de desesperación y de colapso.

Dándole la vuelta a un pensamiento de Carlos Marx, que era por lo demás un varón con toda la barba, los hombres se han dedicado a interpretar el mundo; ahora han venido las mujeres a cambiarlo.