domingo, 15 de marzo de 2020

LAS DESGRACIAS UNEN, PERO NO MUCHO



Un coche de bomberos del parque móvil de Madrid.


Anoche a las diez salimos Carmen y yo al balcón a aplaudir a quienes se desviven por ayudarnos, las mujeres y los hombres de la sanidad pública; y no fuimos los únicos. Había un eco confortante de plasplás a lo largo de la calle Diputación. Nos hizo sentir aquello más solidarios y menos solos, menos encerrados en casa con un solo juguete.

Las desgracias unen a las personas. Descuento a los “cuñaos” y los Ánsares, los que pontifican desde la seguridad teórica de sus segundas residencias que los bomberos llegaron tarde, después de haber afirmado hace cuarenta y ocho horas que tanta alarma era infundada. Con el mismo cuajo, antes y ahora.

Pero lo realmente importante en esta cuestión no es que todos nos sintamos unidos de pronto en la adversidad. Eso es simplemente humano. El gran tema es seguir unidos cuando haya desaparecido la adversidad sobrevenida (sucederá; esta cuarentena no es aún el fin del mundo).

Lo importante será seguir unidos contra otras adversidades menos detectables a primera vista, y en torno a perspectivas de futuro que solo será posible alcanzar a partir de la unión. Seguir unidos para avanzar a pesar de diferencias de criterio, de enfoque, de valoración.

Madame Lagarde se ha visto obligada a rectificar después de mostrarse insolidaria en su alta función bancaria. Le preguntaron qué haría el BCE si el coste de financiación de los Gobiernos se dispara por el frenazo ocasionado por el coronavirus, y contestó: «No estamos aquí para reducir las primas de riesgo. No es la función del BCE. Hay otras herramientas y actores que pueden abordar estos asuntos.»

Esa respuesta fue un desastre sin paliativos, un error no forzado, comenta Luis Doncel hoy en el país. Las bolsas de valores financieros se hundieron. Pero los valores humanos se habían hundido mucho antes, y nadie señalaba el tremendo error. Nadie señalaba que la solidaridad, la decencia, el reconocimiento de los derechos de las personas, el pacto social a largo plazo, estaban llegando demasiado tarde a la cita para un mundo de progreso sostenible.

Los bomberos siempre llegan después de que se hayan consumido ya en el fuego cosas muy importantes.