Un coche de bomberos del parque
móvil de Madrid.
Anoche a las diez salimos
Carmen y yo al balcón a aplaudir a quienes se desviven por ayudarnos, las
mujeres y los hombres de la sanidad pública; y no fuimos los únicos. Había un
eco confortante de plasplás a lo largo de la calle Diputación. Nos hizo sentir
aquello más solidarios y menos solos, menos encerrados en casa con un solo juguete.
Las desgracias unen
a las personas. Descuento a los “cuñaos” y los Ánsares, los que pontifican desde
la seguridad teórica de sus segundas residencias que los bomberos llegaron tarde,
después de haber afirmado hace cuarenta y ocho horas que tanta alarma era
infundada. Con el mismo cuajo, antes y ahora.
Pero lo realmente importante
en esta cuestión no es que todos nos sintamos unidos de pronto en la
adversidad. Eso es simplemente humano. El gran tema es seguir unidos cuando haya
desaparecido la adversidad sobrevenida (sucederá; esta cuarentena no es aún el
fin del mundo).
Lo importante será
seguir unidos contra otras adversidades menos detectables a primera vista, y en
torno a perspectivas de futuro que solo será posible alcanzar a partir de la
unión. Seguir unidos para avanzar a pesar de diferencias de criterio, de
enfoque, de valoración.
Madame Lagarde se
ha visto obligada a rectificar después de mostrarse insolidaria en su alta
función bancaria. Le preguntaron qué haría el BCE si el coste de
financiación de los Gobiernos se dispara por el frenazo ocasionado por el
coronavirus, y contestó: «No estamos aquí
para reducir las primas de riesgo. No es la función del BCE. Hay otras
herramientas y actores que pueden abordar estos asuntos.»
Esa respuesta fue un desastre sin paliativos, un error no
forzado, comenta Luis Doncel hoy en el país. Las bolsas de valores financieros se
hundieron. Pero los valores humanos se habían hundido mucho antes, y nadie señalaba
el tremendo error. Nadie señalaba que la solidaridad, la decencia, el
reconocimiento de los derechos de las personas, el pacto social a largo plazo, estaban
llegando demasiado tarde a la cita para un mundo de progreso sostenible.
Los bomberos siempre llegan después de que se hayan consumido
ya en el fuego cosas muy importantes.