lunes, 9 de marzo de 2020

LO QUE VA DE PIKETTY A CERCAS



Réprobos en el infierno. Detalle del Juicio Final en la cúpula del Duomo de Florencia, obra de Giorgio Vasari.


En otro momento y a propósito de otro asunto (de Galdós, para ser exacto), definí a Javier Cercas como un Cherubino literario; para entendernos, un farfallone (un mariposón), que es como define el barbero Fígaro al paje de la condesa Rosina.

Cercas reincide en el farfaloneo en su última columna de El País Semanal, al tomar a Thomas Piketty en vano. Lo cita, sí, correctamente; pero luego, se lanza por su cuenta a una arriesgada sesión de vuelo sin motor.

Esta es la cita: «En “Capital e ideología”, Thomas Piketty constata que, en la sociedad catalana, “el apoyo a la independencia proviene de manera espectacular de las categorías más favorecidas y, en concreto, de las rentas más altas”.»

A partir de ahí se desliza Cercas a una veloz transición en primera persona: «Es lo que un servidor lleva años diciendo, razón por la cual ha sido arrojado al infierno de los réprobos, donde arde desde entonces.»   

Pues mire, no. Cercas no ha sido arrojado a ningún infierno de los réprobos, y tampoco se ha significado especialmente en solitario, durante “años”, en la reivindicación de una opinión contraria a las tesis indepes que, conviene subrayarlo, ha generado posicionamientos políticos apasionados, votos electorales consistentes y también ríos de tinta, según la metáfora que se utiliza habitualmente en estos menesteres. Sin que a nadie en esta amplísima corriente de opinión se le haya ocurrido hasta la fecha refugiarse en el victimismo.

Del mismo modo que, en su celebrada Anatomía de un instante, Cercas se inventaba de nueva planta un país mudo, absorto y de rodillas ante el golpe de Tejero, para situarse él en solitario acompañando a Adolfo Suárez en la rectitud, ahora hace surgir de su galera de mago una derecha y una izquierda unánimes en la complacencia con el secesionismo.

No es verdad, pero Cercas no está dispuesto a que la verdad le estropee un artículo ingenioso.

Lo que me hurga en la horcajadura, en especial, es lo que afirma de la izquierda. Lean:

«Esta es la realidad que la izquierda, gran parte de la izquierda catalana —empezando por Ada Colau— y buena parte de la española —empezando por Pablo Iglesias—, se niega a ver: que, además de profundamente antidemocrático (como demostró en otoño de 2017), el secesionismo es un movimiento esencialmente reaccionario. ¿Cómo es posible que un sector relevante de la izquierda sea su compañero de viaje, cuando no se sume a él?»

No transcribo la continuación del artículo ─puro histrionismo─ por vergüenza ajena. Llega a suplicar a Colau e Iglesias que lean a Piketty, como si Piketty dijera en algún momento la verdad de Perogrullo que sostiene Cercas. O sea: «Desde que el mundo es mundo, son los ricos los que quieren separarse de los pobres, no los pobres de los ricos.»

Los ricos ya están separados de los pobres, en Cataluña; no es ese el problema del que se trata. Si Cercas se ocupa en leer a Piketty él mismo, en lugar de suplicar de rodillas y entre sollozos a los demás que lo hagan, verá que el problema que aborda el economista francés es el de la diferenciación ideológica entre las élites, y la forma en que la esgrimen cuando sus intereses económicos están en juego.

El esfuerzo de la izquierda de Colau, de Iglesias, y de otros grupos que para Cercas no existen o son desdeñables, es evitar que el país acabe de partirse definitivamente en dos. No porque estén los ricos en una trinchera y los pobres en otra, esa es una simplificación tan burda que ya nadie se la cree; sino por la consolidación de líneas de fractura más sutiles, marcadas tanto por la economía (por el interés económico inmediato) como por la ideología.

Hay ricos españolistas y ricos independentistas; con los pobres pasa lo mismo; una consideración estadística indica la exacta correlación de fuerzas existente entre ricos y pobres en cada uno de los dos campos. Todo ello debe tener su encaje en una política de amplio aliento dirigida a superar situaciones de quiebra social que a Cercas ni se le han pasado por la cabeza, o no lo parece, a pesar de vivir aquí, en el “infierno de los réprobos” y sin hacer el menor esfuerzo por salir de él.

Cercas, sencillamente, mea fuera del tiesto.

Una vez más.