martes, 3 de marzo de 2020

OTRO LADRILLO EN LA PARED


Carles Puigdemont ha prevenido sobre las falsas expectativas que puede generar la mesa de diálogo entre Gobierno y Govern. Dado que las falsas expectativas son indeseables, ha sido su conclusión, no se debe descartar nunca la vía unilateral a la independencia.

La vía unilateral se ensayó en 2017, con el resultado de todos conocido. Dice Puchi que no se estaba suficientemente preparado, que hay que hacerlo mejor la próxima vez. De hecho, él sí estaba preparado: se hizo humo justo a tiempo, dejando a amics i companys en la estacada.

De aquella experiencia aciaga surgió en el entorno independentista un estado de opinión según el cual la vía unilateral era una falsa expectativa, y había que concentrar las energías en un diálogo con el Estado, amplio, sincero y sin limitaciones. Es este estado de opinión, hoy ampliamente arraigado, lo que rebaten Puigdemont y Ponsatí.

Resulta que el diálogo es una engañifa, y lo serio es la vía unilateral. Hay que ir a un nuevo choque contra la pared del Estado. Una nueva trayectoria de colisión. Absténganse los timoratos y los hiperventilados.

En vísperas de la Aparición milagrosa de Puchi en el Rosellón, Quim Torra retiró la exigencia de un mediador internacional en la Mesa, y Elsa Artadi reconoció que se abría un resquicio de posibilidad de solución negociada. Las multitudes que se congregaron en la verbena de Perpinyà iban convencidas de que el independentismo volvía a estar sólidamente unido como una piña. 

Solo era un fake. En el mitin tuvo lugar la voladura no controlada de esa ilusión. Se disipó la humareda y todo volvía a estar en su sitio: unos a un lado, otros al otro, y la brecha cada vez más honda en medio de unos y otros, de cara a las elecciones inminentes pero sin fecha.

El resto de los catalanes no estuvimos en la verbena, ni se nos esperaba. Los partidarios del diálogo institucional somos más o menos el 86% del censo, según sondeos. No nos movilizamos, no quemamos contenedores, no cortamos la Meridiana dos horas todos los días. No consideramos que la incoherencia, la incompetencia y la irresponsabilidad sean un ejercicio democrático legítimo.

Existe una pared, en efecto, que dificulta la solución consensuada del problema de encaje de Cataluña en un Estado que hasta hace cuatro días ha seguido una política descaradamente recentralizadora, de espaldas a la Constitución. El acto de Perpinyà ha sido, simplemente, un ladrillo más en esa pared. Como lo expresó Pink Floyd: “All in all, you’re just another brick in the wall.”