domingo, 29 de noviembre de 2020

BERGOGLIO Y LOS LEONES DE LA CURIA

 


Daniel en el foso de los leones, magistral composición del Mestre de Cabestany en un capitel del claustro de la abadía de Sant’Antimo, en la Toscana (reproducido aquí por gentileza del autor de la fotografía, Jordi Pedret Grenzner)

 

 

Con los trece nombramientos efectuados ayer sábado, el papa Francisco obtiene una mayoría suficiente en el colegio cardenalicio para asegurar la votación cómoda de un in pectore suyo en un futuro cónclave. Es la única votación "humana" (la religión dice, pese a numerosas pruebas en contrario, que es el Espíritu Santo quien elige en último término, y nunca se equivoca) factible en una institución que se rige en todo lo demás por una jerarquía estricta y por una ley divina escrita, para decirlo todo, con renglones bastante torcidos.

La Curia romana sigue siendo la que era, y en su conjunto resulta irreformable, pero el papa Bergoglio ha dado muestras inequívocas de autoridad y de propósito de enmienda, al acabar con la prolongada inmunidad de eclesiásticos poderosos, como Giovanni Angelo Becciu en el tema de la corrupción económica, y Theodor McCarrick en el de la depredación sexual.

Algunos piensan que estos asuntos no nos conciernen a los no creyentes, pero ocurre que sí, que en la correlación de fuerzas mundial que debe abrir la marcha hacia un siglo XXI con mejores perspectivas de las que dejó el siglo pasado, no da lo mismo Trump que Biden, ni Bolsonaro que Lula da Silva. Tot s’aprofita, como escribió Pere Calders, y en ese sentido abrigo una simpatía entrañable hacia el papa que, como hizo Daniel en el foso de los leones del rey Darío, se abre paso cantando himnos por entre las fieras de la Curia, dispuestas a devorarlo al menor signo de debilidad.

Hosanna en el cielo.