jueves, 19 de noviembre de 2020

LA CREDIBILIDAD COTIZA A LA BAJA

 


Leo en el editorial de El País que la decisión del Alquimista de enmendar sus propios presupuestos, recién firmados, daña su credibilidad personal. No es exactamente así; daña la credibilidad del gobierno de coalición, en todo caso. El Alquimista no puede hacerse aquí y ahora la ilusión de que va por libre. Lleva una camiseta (hablo en metáfora) con unos colores y un escudo. Si se mete un gol en propia puerta, ese gol será contabilizado en favor del equipo contrario.

Somos muchos y muy plurales quienes nos posicionamos en contra de los desahucios forzosos, en un momento de especial penuria para la economía de las personas de carne y hueso. Ocurre que unos presupuestos no son lo mismo que una declaración programática. En unos presupuestos se asignan partidas cuantificadas a objetivos determinados; no se hacen valoraciones genéricas de bondad o maldad. El Alquimista, que es una persona de estudios extensos, no lo ignora. Las razones de su iniciativa deben ser buscadas en otros terrenos, y por el momento cualquier especulación que desarrollemos en torno a ellas será ociosa.

Lo cierto, en cualquier caso, es que la credibilidad en tanto que valor no cotiza al alza en estos tiempos. Tal vez porque su rendimiento electoral es deficiente: solemos votar la mentira que nos parece más apetecible, y rechazamos porque nos amarga una porción excesiva de verdad. Lean el post muy reciente en FB de un seguidor convencido del Alquimista, al respecto de la “gallarda enmienda” que se hace a sí mismo: «Lo que más teme la derecha es que la izquierda pierda sus complejos y temores, y no tema actuar como una verdadera izquierda.»

¿De veras la derecha teme eso? A mí me suena la frase como una reivindicación de aquella izquierda puramente testimonial, que no tenía política de alianzas e iba sola contra el mundo y contra la correlación de fuerzas. Malo si volvemos a la reivindicación de ese tipo de valores, porque no tardaremos en volver a las catacumbas.

Pero valoro en mucho las capacidades teóricas y prácticas del Alquimista, y por esa razón estoy razonablemente seguro de que su movimiento, sin duda calculado, va en otra dirección. Lo que ha hecho carece de credibilidad, como señala el editorialista de El País. Pero nadie está en condiciones de asegurar que haya querido resultar creíble.