Peter y Jaime Garfio en la
lucha final (fuente, Walt Disney Inc.)
Las malas lenguas
aseguran que el que fue presidente de los EEUU, George W. Bush, leía con
dificultad los informes resumidos en un solo folio, y descartaba por sistema
los que tenían más de tres. Por analogía, deduje que el lector común no puede
ser muy diferente de una persona votada por tantísima gente, y estructuré los
desahogos comunicativos cotidianos de mi blog en forma de píldoras. Obedecí
también a la siguiente consideración del poeta romano (nacido, como la Dolores,
en Calatayud) Marco Valerio Marcial, que defendía sus epigramas de la manera
siguiente: «Aunque mi poema sea malo desde el principio hasta el final, solo
dará la tabarra un ratito.»
No era mi estilo,
se lo puedo asegurar. Durante un período corto pero intenso de mi vida, me
acostumbré a estructurar mis ideas en discursos de hora y cuarto por lo menos.
Fue seguramente, además de los ejemplos antes citados, la lectura de un epigramista
moderno, Gilbert K. Chesterton, la que me hizo adoptar la forma breve para los
desahogos comunicativos de mi blog. Decía Chesterton que la solución de una
trama detectivesca debe llegar al lector como un grito lejano y al principio poco
audible que, al irse aproximando desde el fondo del jardín, expresa un mensaje
breve e iluminador, del tipo: «¡Fue el mayordomooo!» No, de ninguna manera, al
modo de un último capítulo interminable en el que el detective explica en un
larguísimo monólogo la importancia de la colilla abandonada en un cenicero, la
forma en que debe ser considerada la huella de una pisada en la tierra blanda, y
la compatibilidad precisa de los horarios de los ferrocarriles que desmonta una
coartada aparente.
También Chesterton
me hizo variar mi forma de considerar la figura de Peter Pan. Influido por Walt
Disney, yo lo consideraba un héroe positivo; para Chesterton, en cambio, Peter
era referente y metáfora de un vicio del carácter inglés, su deseo consistente de
zamparse de inmediato el pastel y al mismo tiempo guardarlo para el día de
mañana. Compuse hace algún tiempo un post en el que reflexioné sobre esta
circunstancia. (1)
Lo que Chesterton
predica del carácter inglés puede aplicarse también por analogía, no solo a las
formas de la economía neoliberal como hice yo, sino a actitudes políticas de
quienes claman por su propia libertad pero abominan de la ajena; de quienes afirman
su derecho ilimitado a decidir, pero insultan a quienes deciden por su cuenta de
forma diferente; de quienes pretenden haber perdido y ganado simultáneamente
unas elecciones, y creen poder elegir el resultado final no a través del
recuento de los votos sino mediante un acto de voluntad; de quienes, finalmente,
al modo del gato de Schrodinger, están y no están al mismo tiempo en la onda de
la política oficial, ya estén ellos situados en el ámbito autonómico, en el
estatal, en el contexto europeo, o en rincón del vestíbulo destinado a los
jarrones chinos.
Vivimos una eclosión
de nuevos Peter Pan. Es un síndrome propio de políticos amantes de las
aventuras infantiles, y que se niegan a crecer.
(1) http://vamosapollas.blogspot.com/2017/05/comerse-el-pastel-y-guardarlo.html