viernes, 6 de noviembre de 2020

TRUMPDEMONT

 


Portada antigua de la revista 'Time'. Algunos analistas apócrifos han creído identificar al personaje que aparece a la izquierda como Carles Puigdemont.

 

Trump es un autócrata caprichoso, Puigdemont también. Los dos cuentan con los votos de medio país, y con el aborrecimiento sincero del otro medio. (Hay mucha diferencia en kilómetros cuadrados y habitantes entre el país del uno y el del otro, de acuerdo, pero el principio es el mismo). Los dos fabulan y viven en una burbuja paralela que prescinde de los datos de la realidad comprobada experimentalmente.

La diferencia entre los dos, es que Trump está convencido de su papel, y Puchi sabe en el fondo que miente. Trump es un enfermo que delira, Puchi un vivales capaz de vender el monumento a Colón a un turista desprevenido.

Cuando vivió su momento álgido, y medio país le convocaba a realizar el sueño de dicha de una comunidad enquistada en su particular regla de tres, Puchi proclamó la República catalana, la desproclamó a los ocho segundos, llamó a sus leales a una reunión para el día siguiente en el Palau de la Generalitat, y picó soleta hacia lugares de difícil extradición.

Eso, Trump jamás lo habría hecho.

Al contrario que Puigdemont, Trump cree hasta el final en su carisma y en la causa que encabeza. Ahí lo tienen desde su ensueño roto, asegurando que litigará hasta el final y que es víctima de un fraude debido a la conjura en su contra de “los grandes medios, las empresas tecnológicas y Wall Street”. En sustancia, viene a ser la misma conjura que denuncia también Puchi, salvando las distancias: los grandes medios, la España opresora, los intereses madrileños.

Trump se cree lo que dice, todo es blanco o negro, en su cerebro no caben los matices. Puigdemont declama lo que le interesa, desde la única convicción de que en este mundo cruel nada es verdad ni es mentira.

Tres cadenas de televisión han interrumpido el discurso que ofrecía Trump en directo sobre el leitmotiv indicado.

Eso, TV3 jamás lo habría hecho con Puigdemont.