sábado, 21 de noviembre de 2020

CUALQUIERA TIEMPO PASADO FUE MEJOR, SI GOBERNABA EL PP

 


El Congreso de los Diputados ha dado su aprobación a la Ley Celáa, así llamada por la actual ministra de Educación. La ley se ha aprobado por mayoría y no por consenso, lo cual ha sido destacado por los medios como un déficit democrático. El gobierno no habría hecho los esfuerzos necesarios para llegar a acuerdos consistentes; la oposición, se da por supuesto que sí.

La nueva ley viene a derogar y sustituir a la LOMCE (Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa), llamada ley Wert por el apellido del entonces ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert. Se da la circunstancia de que tampoco entonces (noviembre de 2013) hubo consenso, sino rodillo. Todos los grupos parlamentarios votaron en contra salvo el del PP, cuya mayoría absoluta en el hemiciclo impuso la norma, y su trasunto en Navarra, la UPN, que no se atrevió a votar en contra y se abstuvo.

Se comprende el accidentado nacimiento con fórceps que tuvo tan significada ley porque don Mariano (Rajoy Brey), presidente a la sazón del gobierno monocolor, era hombre poco ducho en retóricas (más claro, se hacía la picha un lío en los debates parlamentarios), y en consecuencia optó por una libertad de expresión sui generis, plasmada en los brazos de madera. La estrategia le funcionó a don Mariano mientras le funcionó. A él le pareció un instante fugaz, a nosotros se nos hizo eterno.

No voy a entrar en el detalle de la nueva ley, tienen ustedes a mano literatura muy extensa sobre la misma que yo no sabría mejorar. El punto en el que quiero insistir es que ha sido muy criticada por los medios. Este gobierno se empeña en hacer las cosas mal, han coincidido los grandes creadores de opinión: cualquiera tiempo pasado fue mejor, si gobernaba el PP.

Se ha puesto otro puntal para la postpandemia, sin embargo. Todo es difícil ahora, y puede hacerse incluso más difícil después de las vacunas, si tenemos en cuenta el articulado de la ley de Murphy, que sí fue aprobada por consenso. La Ley Celáa puede ser un puntal defectuoso en algunos aspectos, sin duda, y también mejorable, faltaba más. Pero es útil y viene a reemplazar a un adefesio comprobado. Esa es su virtud principal, si no la única. Lo mejor es enemigo de lo bueno, dice la sabiduría popular; y tampoco estamos demasiado seguros de dónde, en qué arcano recóndito, se encuentra la quintaesencia de lo mejor. Disponemos ahora, al alcance de la mano, de una ley de educación para tirar millas. Con eso basta por el momento.

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Poco después de aprobada la Ley Wert, en la primavera de 2014, tuvo lugar en un local no determinado de Poldemarx una reunión clandestina de algunas viejas glorias o juguetes rotos, para examinar el balance y las perspectivas de la situación. En las actas secretas de la reunión no consta que se hablase de la  ley Wert, pero es materialmente imposible que gente tan significada y comprometida no debatiese largo y tendido sobre la misma.

La fotografía superior muestra un momento del animado debate. Maese Bulla se extiende sobre un punto delicado, y Paco R parece indicar con las manos que uno más uno será siempre igual a dos. Javier de la Sierra Mágina, representante del ala izquierda de la conjura, se entretiene en algo que no podremos concretar de forma segura a menos que descendamos a la foto inferior. Y es que no éramos tres, sino cinco, los allí reunidos en torno a pocillos de café. Carmen y Javier cruzan sus instantáneas, mientras Roser ejerce de testigo de cargo de la operación.

Dejamos aquí constancia de los hechos para la posterioridad, que es la que siempre tendrá al respecto la última palabra.