Berenjenas al horno con tomate
y queso (fuente, Caceroladas).
Esta
Inés amante es
quien tuvo en mí tal poder,
que me hizo aborrecer
todo lo que no era Inés.
Trájome un año sin seso,
hasta que en una ocasión
me dio a merendar jamón
y berenjenas con queso.
(Baltasar
del ALCÁZAR)
Marchamos hacia la aprobación
de los presupuestos generales del Estado sin las angustias derivadas de la
matemática electoral y sin compromisos engorrosos para el mantenimiento íntegro
del programa que hemos hecho nuestro. De las tres cosas que nos tenían preso el
corazón, como al poeta sevillano Baltasar del Alcázar, conservamos el jamón (de
Aracena) y las berenjenas con queso. Hemos perdido por el camino a Inés. Inés
Arrimadas, of course.
Inés estuvo al retortero hasta
hace nada. Incluso puede volver a él si su exigua formación vota "sí" en la hora
misma de la verdad. Lo hará, si lo hace, por voluntad libérrima y sin ningún
cambalache ni condición interpuesta. Hasta ahora había anunciado su apoyo
eventual con algunas precondiciones que no eran de recibo, y sí únicamente negociables
en caso de gran apuro (de dire straits, que diría Mark Knopffler).
Esa posibilidad, que habría
dibujado la sombra de una alternativa de gobierno distinta, se ha desvanecido
porque la bella Inés ha dejado de lado el disimulo y ha despotricado de la ley
Celáa en un tono apocalíptico parecido al de los obispos, Casado el tronera y los Voxos Nois.
Las malas compañías te han
arruinado, querida Inés. Al oírte, se diría que la Ley Wert, la LOMCE, era el
cielo prometido, y que tu formación no votó también en contra en aquella
ocasión. Te has pasado de frenada. Se te ha olvidado que para ocupar el centro
es necesario primero localizar dónde está el centro; si no es así, una solo ocupa
un lugar cualquiera, incluso ningún lugar. Para ejercer de bisagra, además, hay que tener cierta habilidad para evitar pillarse los dedos. La discreción se impone, la circunspección es de
rigor.
En tan grande polvareda, damos
por perdida para la causa a Doña Inés. Nos queda el consuelo no desdeñable del jamón
(de Aracena, de Guijuelo o de Trevélez, incluso preferiblemente los tres) y las
riquísimas berenjenas con queso.