domingo, 15 de noviembre de 2020

PAÍS DE SILENCIOS

 


Trabajadores de la sanidad en plena faena. Fuente, RTVE.es

 

Leo en eldiario.es, firmada por Olga Rodríguez, la historia del cantautor del FRAP Bernardo Fuster (Pedro Faura), que ocultaba esta militancia a su padre, y muchos años después se topó con la evidencia de que su padre, a la recíproca, le estaba ocultando a él actividades filonazis.

Hubo en este país un “tiempo de silencio” narrado por Luis Martín Santos, pero seguimos viviendo un país de silencios, de secretos que subsisten por debajo del griterío ambiente.

“Tú no te signifiques, hijo”, me rogaba mi madre cuando yo salía de casa para asistir a las clases de la Facultad. “Voluntario, ni pa’ cagar”, me susurraban los compañeros de lona en la mili. La adhesión inquebrantable era mentira, la sagrada unidad de la patria escondía derivaciones subterráneas inconfesables.

Eso pasaba entonces; pero ahora mismo nada es lo que parece en el escenario de la política, todos los tiros se hacen por elevación, en dirección aparente hacia una diana muy visible y sin embargo accesoria, y en la práctica contra un blanco real muy distinto.

Por ejemplo, la Asamblea de Colegios de Médicos ha entrado sonoramente en un territorio que no le corresponde y adonde no había sido llamada, para pedir la dimisión inmediata de Fernando Simón. ¿Con qué autoridad, desde qué perspectiva?

Critica la Asamblea a voces destempladas el desempeño profesional del portavoz, pero sotto voce deja entrever que el problema real es que le molestan las críticas que se hacen a su propio desempeño corporativo en una coyuntura muy delicada del país.

Subrayo lo de corporativo. Los Colegios de Médicos deberían ser los primeros en reclamar la necesidad de un fortalecimiento de la sanidad pública y universal, y exigir para sus colegiados (muchos de ellos marchan al extranjero en busca de horizontes más despejados) la ampliación de las plantillas de hospitales y centros de asistencia, la mejora de los niveles de seguridad en el trabajo, contratos por tiempos más largos y salarios más dignos. Es lo que están haciendo los sindicatos de la Sanidad en relación con la enfermería y el personal auxiliar. Es una necesidad percibida desde todos los acimuts del país. Se nos van lejos talentos que nos son imprescindibles aquí.

De hacerse eco de esta problemática, la Asamblea de Colegios Médicos estaría cumpliendo con su propósito declarado de velar por la alta dignidad de la medicina y por el mejor desarrollo de su función social manifiesta.

Pero no es eso lo que hace, solo critica a Fernando Simón y guarda silencio en relación con otras cuestiones que, siendo “lo primero”, se dejan sin embargo para un “después” nebuloso e inconcreto.

Es el puntillo de honor corporativo lo que mueve a la Asamblea, no el mayor o menor acierto de un portavoz gubernamental. Chilla queriendo cargarse de razón en un asunto de poca monta, pero que le incomoda. Y guarda en cambio, en temas esenciales de los que está llamada a ocuparse, un silencio extenso que tiene algo de “omertà”. Los gritos destemplados sobre la falta de idoneidad del portavoz y sobre la respetabilidad por encima de toda sospecha de los Colegios, no consiguen ocultar el disimulo de la implicación de profesionales muy significados en el desvío subterráneo de fondos públicos hacia intereses privadísimos. De la utopía de la sanidad universal al pragmatismo de la salud del billetero.

Pero sobre ese tema candente, los Colegios de Médicos guardan silencio.