miércoles, 4 de noviembre de 2020

CUANDO NOS HEMOS DESPERTADO, TRUMP SEGUÍA AHÍ

 


El ticket demócrata: Joe Biden y Kamala Harris.

 

Escribo a las once de la mañana hora griega, las diez en España. Por lo que venimos sacando en limpio hasta ahora de la información disponible, Trump podría ganar, y sin embargo denuncia un fraude monstruoso (?) en favor de su rival y exige parar el recuento y ser declarado ya ganador. Amenaza con recurrir a la Corte Suprema, la eventual Administración demócrata sería “ilegítima”. Hay cosas que no cambian con las latitudes, vivimos ciertamente en un mundo globalizado.

A estas horas Joe Biden sigue aún delante en el recuento. Pide paciencia y confianza al electorado, pero el nivel de paciencia y de confianza de la ciudadanía americana ─y de rebote, también el nuestro─ lleva la luz de la reserva encendida desde hace muchos kilómetros. Nadie se atreve a aventurar cuánto más puede durar el combustible.  

La incertidumbre es la atmósfera que respiramos. Las viejas certezas han ido cayendo una tras otra; también los parapetos detrás de los cuales nos sentíamos protegidos por el Estado benefactor. Estamos a la intemperie y nos llueven las amenazas.

Entonces, curiosamente, no sé si les pasa a ustedes pero a mí sí (y este es un blog en el que se analizan, no tanto los hechos objetivos, como las sensaciones subjetivas, el "contrapunto" de las noticias), la posibilidad de que Trump vuelva a ganar pierde importancia esta mañana. Las cosas no serán tan diferentes, de todos modos. Estamos demasiado acostumbrados a que acontecimientos que se anunciaban como trascendentales han pasado luego sin pena ni gloria; a que personajes tenidos en tiempos por redentores de la penuria en la que vivíamos pisan ahora con desenvoltura las alfombras de los consejos de administración. Les preguntas a los niños en la escuela si saben quién fue Franco, y te contestan que una moneda francesa.

Quizá contra Trump, como nos pasó contra Franco, vivíamos mejor. Quizá la Unión Europea se arme mejor si se confirma que habrá cuatro años más de embestidas externas, y así consigamos obviar el actual peligro de deshilachamiento entre el Norte rico, el Sur perezoso, el club de los austeros y el grupo de Visegrad. Tener un enemigo sólido, visible, beligerante, enfrente, despierta, si más no, el instinto de supervivencia que a casi todos nos acompaña.

(Ojalá gane Biden a fin de cuentas, de todos modos.)