El ticket demócrata: Joe Biden
y Kamala Harris.
Escribo a las once
de la mañana hora griega, las diez en España. Por lo que venimos sacando en
limpio hasta ahora de la información disponible, Trump podría ganar, y sin
embargo denuncia un fraude monstruoso (?) en favor de su rival y exige parar el
recuento y ser declarado ya ganador. Amenaza con recurrir a la Corte Suprema,
la eventual Administración demócrata sería “ilegítima”. Hay cosas que no
cambian con las latitudes, vivimos ciertamente en un mundo globalizado.
A estas horas Joe
Biden sigue aún delante en el recuento. Pide paciencia y confianza al
electorado, pero el nivel de paciencia y de confianza de la ciudadanía
americana ─y de rebote, también el nuestro─ lleva la luz de la reserva
encendida desde hace muchos kilómetros. Nadie se atreve a aventurar cuánto más
puede durar el combustible.
La incertidumbre es
la atmósfera que respiramos. Las viejas certezas han ido cayendo una tras otra;
también los parapetos detrás de los cuales nos sentíamos protegidos por el
Estado benefactor. Estamos a la intemperie y nos llueven las amenazas.
Entonces,
curiosamente, no sé si les pasa a ustedes pero a mí sí (y este es un blog en el
que se analizan, no tanto los hechos objetivos, como las sensaciones subjetivas,
el "contrapunto" de las noticias), la posibilidad de que Trump vuelva a ganar pierde importancia
esta mañana. Las cosas no serán tan diferentes, de todos modos. Estamos demasiado
acostumbrados a que acontecimientos que se anunciaban como trascendentales han
pasado luego sin pena ni gloria; a que personajes tenidos en tiempos por redentores
de la penuria en la que vivíamos pisan ahora con desenvoltura las alfombras de
los consejos de administración. Les preguntas a los niños en la escuela si saben
quién fue Franco, y te contestan que una moneda francesa.
Quizá contra Trump,
como nos pasó contra Franco, vivíamos mejor. Quizá la Unión Europea se arme mejor
si se confirma que habrá cuatro años más de embestidas externas, y así
consigamos obviar el actual peligro de deshilachamiento entre el Norte rico, el
Sur perezoso, el club de los austeros y el grupo de Visegrad. Tener un enemigo
sólido, visible, beligerante, enfrente, despierta, si más no, el instinto de
supervivencia que a casi todos nos acompaña.
(Ojalá gane Biden a
fin de cuentas, de todos modos.)