«Si algo ha
demostrado la pandemia, es que las ciudades que dedican más espacio a los
coches que a la gente, son tóxicas.» Lo ha escrito Milagros Pérez Oliva en elpais.cat
(1), y ha añadido la siguiente advertencia importante: «El actual modelo de
urbanismo y de organización social es disfuncional.»
El ultraliberalismo
es tóxico; la economía financiarizada es disfuncional; el crecimiento del PIB a
toda costa, mata. Lo sabemos todos, se viene repitiendo todos los días y en
todos los tonos, pero seguimos pensando tenazmente en una ciudad ideal con muchas
vías rápidas, en un urbanismo pensado para la circulación rodada, en una
organización social basada en el modelo de la colmena.
Seguimos pensando,
insistentemente, que la pandemia pasará, que la vacuna retornará finalmente las
cosas a su estado anterior, y que podremos seguir banqueteando alegremente por
tiempo indefinido, tal y como lo creían los romanos en los últimos días de
Pompeya.
No acaba de abrirse
paso la necesidad de un reset, un
cambio de rumbo drástico para garantizar la sostenibilidad de nuestro mundo, o
dicho de un modo más alarmante, de la supervivencia de nuestro mundo.
El plan de Ada
Colau para el Eixample de Barcelona prevé convertir en corredores verdes para
viandantes 33 kilómetros de calles abiertas hasta ahora a la circulación
rodada, y crear 21 nuevas plazas en otros tantos cruces de la cuadrícula
urbana. Es un plan pionero; habrá de ser seguido, advierte Pérez Oliva, por
planes parecidos para el resto de la ciudad. Las demás ciudades también habrán
de pensar en ello. Incluida Madrid, cuyo alcalde se ha manifestado orgulloso de
los tradicionales atascos, entrañables al parecer en el corazoncito de los
madrileños.
No faltan idiotas
que acusan a Colau de “improvisar”, y le afean que las improvisaciones son siempre
malas. No hay improvisación, sin embargo, sino estudios extensos y bases de
datos exhaustivas, reunidas durante años. El plan del Eixample es muy anterior
a la pandemia. Ha encontrado hasta ahora la oposición encarnizada de los “neo pos
tres por ciento” encabezados por Xavier Trias, y de determinadas fuerzas vivas,
vinculables bien al comercio y a la banca, o bien al florilegio de asambleas
nacionales catalanas que miran empecinadamente al pasado pero jamás al futuro, empeñadas
como están en conseguir la hegemonía sobre las ruinas de un país.
El plan del Eixample
es el primer paso hacia la supervivencia climática de Barcelona. En este
terreno no va a haber segundas oportunidades.
(1) https://cat.elpais.com/cat/2020/11/14/opinion/1605377477_824212.html