miércoles, 18 de noviembre de 2020

RESETEAR LAS AGLOMERACIONES URBANAS


La cuadrícula del Eixample de Barcelona, desde el aire (fuente, El País). Ahí en medio, muy visible, está mi casa. En consecuencia estoy implicado en, y me siento comprometido con, el plan de la alcaldesa Colau para mi barrio.

 

«Si algo ha demostrado la pandemia, es que las ciudades que dedican más espacio a los coches que a la gente, son tóxicas.» Lo ha escrito Milagros Pérez Oliva en elpais.cat (1), y ha añadido la siguiente advertencia importante: «El actual modelo de urbanismo y de organización social es disfuncional.»

El ultraliberalismo es tóxico; la economía financiarizada es disfuncional; el crecimiento del PIB a toda costa, mata. Lo sabemos todos, se viene repitiendo todos los días y en todos los tonos, pero seguimos pensando tenazmente en una ciudad ideal con muchas vías rápidas, en un urbanismo pensado para la circulación rodada, en una organización social basada en el modelo de la colmena.

Seguimos pensando, insistentemente, que la pandemia pasará, que la vacuna retornará finalmente las cosas a su estado anterior, y que podremos seguir banqueteando alegremente por tiempo indefinido, tal y como lo creían los romanos en los últimos días de Pompeya.

No acaba de abrirse paso la necesidad de un reset, un cambio de rumbo drástico para garantizar la sostenibilidad de nuestro mundo, o dicho de un modo más alarmante, de la supervivencia de nuestro mundo.

El plan de Ada Colau para el Eixample de Barcelona prevé convertir en corredores verdes para viandantes 33 kilómetros de calles abiertas hasta ahora a la circulación rodada, y crear 21 nuevas plazas en otros tantos cruces de la cuadrícula urbana. Es un plan pionero; habrá de ser seguido, advierte Pérez Oliva, por planes parecidos para el resto de la ciudad. Las demás ciudades también habrán de pensar en ello. Incluida Madrid, cuyo alcalde se ha manifestado orgulloso de los tradicionales atascos, entrañables al parecer en el corazoncito de los madrileños.

No faltan idiotas que acusan a Colau de “improvisar”, y le afean que las improvisaciones son siempre malas. No hay improvisación, sin embargo, sino estudios extensos y bases de datos exhaustivas, reunidas durante años. El plan del Eixample es muy anterior a la pandemia. Ha encontrado hasta ahora la oposición encarnizada de los “neo pos tres por ciento” encabezados por Xavier Trias, y de determinadas fuerzas vivas, vinculables bien al comercio y a la banca, o bien al florilegio de asambleas nacionales catalanas que miran empecinadamente al pasado pero jamás al futuro, empeñadas como están en conseguir la hegemonía sobre las ruinas de un país.

El plan del Eixample es el primer paso hacia la supervivencia climática de Barcelona. En este terreno no va a haber segundas oportunidades.

 

(1) https://cat.elpais.com/cat/2020/11/14/opinion/1605377477_824212.html