lunes, 16 de noviembre de 2020

EPIFANÍA DE HERMES

 


Cabeza de Hermes (s. III a.C.) recién desenterrada en la calle Aiolou de Atenas (fuente, agencia EFE).

 

No el último sábado, sino el anterior, las autoridades griegas establecieron un semi confinamiento preventivo, a la vista de la fuerza del rebrote del covid. Justo el día antes de empezar la cuarentena, el viernes, Carmen y yo bajamos en metro al centro de Atenas, a despedirnos por unas semanas de algunos de nuestros rincones favoritos.

Recorrimos, desde luego, la calle de Eolo (odos Aiolou), en el tramo que va desde Ermou (Hermes) hasta la plaza Kotzia, donde están el Ayuntamiento y la sede de la Banca Nacional. Aiolou es una calle comercial muy animada. El Mercado central, que se abre a la calle paralela de Athina, le da la espalda, pero llegan hasta aquí, particularmente en verano, los efluvios de las carnes maceradas y sobre todo del pescado fresco. El pavimento es en varios tramos de mármol blanco y negro, formando distintos dibujos geométricos. Abundan los árboles que dan sombra en una ciudad de sol inclemente, los parterres y los bancos públicos donde descansar un rato entre compra y compra. Con frecuencia, músicos callejeros ofrecen recitales improvisados en los puntos de mayor concurrencia. Aiolou es uno de esos “alephs” en el sentido de Borges, donde uno se sienta a ver pasar el carrusel de la vida.

En un cruce junto a la iglesia de Agia Irini, a dos pasos de Ermou, a menos de cincuenta metros de la plaza de Monastiraki, los servicios municipales abrieron un costado de la calle para obras de alcantarillado y ha aparecido, a solo 1,3 metros de profundidad, la cabeza de Hermes, de mármol, que ven en el encabezamiento de este post.

No es un acontecimiento fuera de lo común en Atenas, una ciudad donde el pasado está enterrado bajo una capa finísima de tierra de aluvión. En el estadio Panateneo, en el extremo de la pista rodeada por una gradería en forma de herradura, se yerguen dos pilares de piedra cuadrangulares coronados por cabezas del dios Hermes bifronte: una, de un joven imberbe, mira a un lado; la otra, de un varón barbudo y veterano, como el de la foto, mira al lado opuesto. Los pilares, que son lisos, llevan bien patentes a la altura correspondiente unos aparatos sexuales en reposo pero de un volumen respetable. Tocarlos al pasar daba buena suerte, según una creencia extendida. Hay una foto de Gore Vidal y Paul Newman en la isla de Delos, haciendo precisamente eso con las pelotas de otro dios, Apolo. La incluyo abajo: no es pornografía, sino arqueología.

De la cabeza de la calle Aiolou no se ha encontrado el pilar correspondiente, pero tuvo que existir. Hermes era el dios de los comerciantes, los viajeros y los ladrones. Estas representaciones (la de la foto es de finales del siglo IV a.C., o más probablemente del III) se utilizaban para deslindar propiedades o indicar cruces de caminos. Los comerciantes y los viajeros, siempre necesitados de buena suerte, las rozarían supersticiosamente al pasar. Los ladrones también, con toda probabilidad. Tenemos muchos ejemplos, incluso en nuestros días, de ladrones devotos.