Sede social del Banco de
Sabadell que, como su nombre indica, se encuentra en Alicante (fuente, Wikipedia)
El BBVA y el Banco
de Sabadell han roto su plan de fusión. A mí me parece una buena noticia, una
buena noticia más.
El proyecto de fusión tenía la intención exclusiva de ganar más dinero, y se ha roto porque el dinero que
ofrecía el BBVA al BS no era suficiente. Todo entra dentro de la misma lógica.
Ambas entidades estaban de acuerdo en cerrar sucursales y reducir plantilla. Unos cuantos miles de empleados habrían ido a la calle. Se
acostumbra situar a la banca en el sector económico de los “servicios”, pero
se trata de servicios muy especiales porque van dirigidos a los gerentes, a los
accionistas y a los consejos de administración (en los consejos de administración de la banca figura una porción relevante del who's who de la gran política española de los penúltimos años). Por debajo de ese escalón de
excelencia, los servicios que presta la banca a sus clientes suelen ser
mediocres, y casi invariablemente cobra comisiones por ellos.
Dicen que la banca
vuelve a estar en crisis. Las pensiones, también. Los altos ejecutivos de la
banca opinan que va a ser necesario recortar las pensiones para salvar la banca.
Tampoco debería haberse subido el salario mínimo, opinan. Si las pensiones y
los salarios menguaran, sin embargo, también disminuiría el beneficio de la
banca. La solución sería entonces el recorte de las plantillas y las fusiones
de entidades: es decir, el oligopolio, la precarización del servicio, el
aumento de las comisiones al cliente. Todo menos el recorte de beneficios y de
remuneraciones a los altos ejecutivos de la banca, que por algo son los que
cortan el bacalao.
Los banqueros
estiman que están ofreciendo al país un amplio abanico de soluciones para la
crisis dentro de una importante flexibilidad de criterios: se podría recortar
por aquí, recortar por allá, o recortar por ambos sitios a la vez. Todo menos
caer en el “pensamiento único” de la plebe, que lo que quiere es recortar los
salarios y complementos inmoderadamente altos de los ejecutivos. Qué manía.
Es más o menos lo mismo
que ha ido a predicar a Barcelona Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad
autónoma madrileña, que se esfuerza generosamente (generosamente pagada, quiero
decir) en difundir a los gentiles la buena nueva. Ante sendos auditorios
cuidadosamente seleccionados de empresarios y de estudiantes universitarios,
defendió su propia receta contra la pandemia, atacó la Ley Celáa, propuso más
rebajas de impuestos a los que más tienen, y alertó contra el “pensamiento único”
que amenaza las libertades de los ricos.
La alerta contra el
“pensamiento único” es el único pensamiento que alcanza a tener cabida en esa
cabecita de muñeca de terciopelo.