El Sheriff de Nottingham en la película
de Walt Disney Productions ‘Robin Hood’ (1973). Cualquier parecido con los
barones del PSOE es pura coincidencia.
Con aspavientos de
beata que ha percibido en misa el escote demasiado abierto de una feligresa sin
la preceptiva mantilla, los barones del PSOE se lanzan de forma concertada a la
yugular de Sánchez, en un momento crítico para el país. Ellos lo llaman
patriotismo, lo llaman unidad. Se quejan de Bildu, se quejan de Podemos, de los
comunistas. Dicen que por ahí no pasan, a pesar de que sabemos que han pasado
por lo menos setenta veces siete.
¿Por dónde pasan,
entonces, Vara, Page, Lambán? No se quejan del contenido de los presupuestos
(tienen una base electoral a la que atender), sino de quien los firma. Denuncian
pactos oscuros en la trastienda para “romper España”: la misma España de la que
ellos están haciendo retales con los que confeccionarse mangas y capirotes para uso privado.
Su actitud tiene una definición aproximativa: es un neofeudalismo en crudo. Los nobles vasallos del rey
Ricardo, que anda atareado en las Cruzadas, se alían con los agarenos para empujar
a tantos Robines al bosque de Sherwood como única alternativa para no colgar
del cuello en un cadalso. Vara, Page, Lambán, ejercen de sheriffs de Nottingham
con la secreta esperanza de beneficiarse a lady Marian y apoderarse de las posesiones
de la familia.
Los melindres de
vieja dama de los barones en torno a unos presupuestos decisivos, les retratan.
En el momento de remar todos juntos, llaman a arriar los botes. Proponen
cambiar las alianzas, ceder graciosamente al peso resistible de una oposición
incompetente e incapaz de ofrecer al país otro mensaje que no sea el de “quiero
mandar yo”.
No están solos del
todo, les acompañan algunos jarrones chinos.
Discutir si son
socialistas o socios listos, si son galgos o son podencos, no vale mucho la
pena. El poeta Juan Ramón Jiménez lo dejó todo dicho en un poema titulado “Piedra
y cielo”: «¡No la toques ya más, / que
así es la rosa!»