En Sevilla con Javier Aristu,
2018, en un ambiente adecuadamente devoto.
El confinamiento de
la cuarentena continúa, pero las fiestas de la Semana Santa concluyen ya sin
cristos crucificados ni vírgenes atravesadas por espadas, sin cirios ni
incienso ni bendiciones urbi et orbi ni
legionarios ni autoridades en los balcones ni nazarenos ni saetas. Ha sido una
Semana Santa de introspección y soledad prudente, dolorosa por tantos muertos familiares
o conocidos, y también por tanta incertidumbre suspendida sobre nuestras
cabezas, en un horizonte bajo y plomizo.
La despido con
versos de Salvador Espriu (Setmana Santa,
IX). No traduzco; no sabría hacerlo bien. Quienes no entiendan los versos pueden
conformarse con seguir el ritmo lento y repetitivo, como el de un desfile militar con las armas a la funerala y acompañado por el
redoble solemne de los tambores.
Què veies al camí?
Guspires encenien
un foc en l’alta nit.
Què veies al camí?
El regalim de l’aigua
esborra sang dels dits.
Esguardes al camí
la incertitud de l’alba?
Potser no, potser sí.
Com que el malson fugí,
de nou t’esperançaves
amb arguments subtils,
vaixells d’engany que solquin
serenes mars d’oblit.
No provis a tocar-me
cap mot, si et sembla trist.
Prou saps que no podries:
el que he escrit és escrit.