Viñeta de Peridis hoy, en El
País.
… comulgaba con mucho aparato,
quitando incluso, a veces,
el pan bendito de la boca de los demás.
Georges Brassens, Lèche-cocu
Pablo Casado está
en desacuerdo con el plan de desescalada del gobierno de coalición. Con
cualquier plan de desescalada. También estuvo en desacuerdo con el plan de
escalada. Con cualquier plan de escalada. Dice que todo se ha hecho demasiado tarde. O demasiado pronto. O las dos cosas. Se queja de no ser consultado lo
suficiente. En cada ocasión en que ha sido consultado, su respuesta ha sido “No”.
Ahora los medios nos informan de que medita la posibilidad de boicotear la
convocatoria a pactos lanzada por el gobierno. Lo que medita, en realidad, es de
qué forma le será más fácil y efectivo reventar los pactos, si por presencia o por
ausencia.
Casado juega al
rebote. Quiere que Sánchez se estrelle sí o sí, y entonces pillar su puesto de rebote.
Si hay por medio veinte mil muertos más, y una caída del PIB del 13 o el 15%, y
una deuda pública disparada, mejor que mejor. Casado es un patriota, y dada su
vocación indiscutible de patriota, tiene muy claro el guion de su eventual
mandato: recortar, privatizar, liberalizar lo que haga falta, reforzar la ley
mordaza, Santiago Abascal de ministro del Interior y Cayetana en Exteriores. Y
muchos brindis al sol.
Georges Brassens,
el cantautor de Sète, eternizó la actitud de Casado en una canción en la que
califica a determinado individuo de Lèche-cocu,
lo que puede traducirse, bien como “baboseador de cornudos”, o bien como “cornudo
baboseador”. A ejemplo del antihéroe de Brassens, Casado se ha colocado con
jactancia en la fila para comulgar, y allí intenta por todos los medios quitar
a Sánchez de la boca la hostia consagrada.
Le deseo de todo
corazón que tenga la suerte que merece: es decir, que no alcance el pan y se trague la
propia baba.
La mala baba.